domingo, 13 de diciembre de 2020

Cuesta abajo y sin frenos

Fuente de la imagen: archivo propio
Dice el presidente del Gobierno de España que "la emergencia climática es el mayor desafío de nuestra civilización. Debemos entender, por tanto, que la acción climática no es solo una inversión potencial para nuestras economías, que lo es, sino una obligación para la seguridad de nuestros ciudadanos y ciudadanas, y también, una garantía de futuro para las próximas generaciones". Sin ánimo de echar más leña al tremendo fuego geopolítico y social que estamos viviendo consecuencia de la pandemia, puesto que, con independencia del color político que se profese, no es de arrendar las ganancias estar al frente del timón estatal, quisiera expresar que si bien difiero con el máximo representante del Ejecutivo de mi país en muchos planteamientos y soluciones, honradamente tengo que confesar que coincido a "pie juntillas "en su apreciación sobre la "emergencia climática". 

"Mayor desafío". Cierto. Pero se cumplen ya cinco años del Acuerdo de París y se pregunta Isabel Miranda en ABC[1] ¿ha cambiado algo en la lucha contra el cambio climático? En mi opinión, sí, pero a peor. Vergüenza nos debería dar. Me decía Paco hace cinco años: “Manolo, no te ilusiones, todo es un paripé de los cantamañanas de turno”. Razón tienes, amigo. Escribe el Gobierno (GE) que España es ambiciosa en la lucha contra el cambio climático. Durante 2020, se ha presentado el Proyecto de Cambio Climático y Transición Energética, el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático y en enero se adhirió a la Declaración ante la Emergencia Climática y Ambiental. Esta declaración se alinea con la decisión del Consejo Europeo de ampliar la reducción de emisiones del 40% al 55% para 2030, con la finalidad de alcanzar la neutralidad climática en 2050. En octubre de este año, España parece que ya se ha comprometido, junto a 10 Estados Miembros, a alcanzar este objetivo. 

¿Nuevo brindis al Sol? Se prevé que en 2030 haya cinco millones de vehículos eléctricos en España y que el 25% del consumo energético industrial proceda del hidrógeno verde en 2050. Las medidas buscan reducir el consumo un 50%, siendo más eficientes, y que el 97% sea de origen renovable. ¡Ojalá me equivoque! y realmente esa estrategia se materialice en conseguir un mundo diferente en el que “nuestras casas, nuestros edificios públicos, nuestros coches y nuestros medios de transporte, las oficinas y las fábricas estarán diseñados para contribuir al objetivo último de la neutralidad climática, al objetivo último, en definitiva, de salvar nuestro planeta”. Pero mucho me temo que en cuestiones de medioambiente, economía sostenible, cambio climático, economía circular… pienso que "vamos cuesta abajo y sin frenos”. Fuente de la información: GE. Fuente de la imagen: archivo propio. 
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