viernes, 8 de agosto de 2025

Economía responsable como garantía de sociedad justa

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Pregunta Octavio por el significado de la frase que encabeza este sitio: "La garantía de una sociedad justa es una economía responsable". Le traslado al profesor que hay lemas que para el que te escribe son más que simples frases. Éste lo reflexioné y concebí a principios de la década de los noventa del siglo pasado, cuando ejercía de director de auditoría interna en Euromarket (M. Velasco, 2006)[1], actuando desde entonces como una brújula que orienta mi forma de ver el mundo, lugar donde con frecuencia se presentan la economía y la justicia social como dos fuerzas opuestas, principio que recuerda que, en realidad, son interdependientes. No puede existir la una sin la otra. Y es que, durante mucho tiempo, se nos ha vendido la idea de que el crecimiento económico es un fin en sí mismo. La premisa era sencilla: si la economía crece, todos nos beneficiaremos tarde o temprano. Pero la historia nos ha demostrado que un crecimiento sin conciencia puede generar una riqueza enorme, pero habitualmente a costa de la desigualdad, la exclusión social y el daño medioambiental. Una economía así, por muy fuerte que parezca, construye una sociedad injusta sobre cimientos de arena, generando brechas que, lejos de cerrarse, se hacen cada vez más profundas. Una economía responsable es aquélla que mira más allá del beneficio a corto plazo, que integra en su ADN principios éticos y sostenibles.

Por ejemplo, que las empresas busquen maximizar sus ganancias, en un marco de exquisito respeto a las personas, de retribuciones dignas y garantía de condiciones laborales justas, lo que significa que valoran la transparencia en sus operaciones y que se comprometen con la preservación del medio ambiente, entendiendo que los recursos del planeta no son infinitos. Cuando la economía opera bajo estos principios, el impacto se siente de inmediato en la sociedad. Asimismo, un empleo estable y bien remunerado es un sustento, pero, también, es la base para que una persona, una familia, pueda planificar su futuro, acceder a una vivienda digna, a una buena educación y a una atención sanitaria de calidad. Por tanto, una empresa que cuida su entorno natural contribuye a un bien común que nos afecta a todos, sin importar nuestra posición social. Y un sistema económico que promueve la equidad en lugar de la acumulación desmedida es, por definición, la vía hacia una sociedad más justa. Concluyendo, este lema continuamente me invita a un cambio de perspectiva, retándome a dejar de ver la economía como un simple motor de riqueza y a entenderla como el vehículo que, si se conduce de forma responsable, nos llevará a una sociedad más equitativa, sostenible y, en última instancia, más humana. Porque la verdadera prosperidad no se mide en números, sino en el bienestar de la ciudadanía. Fuente de la imagen: mvc.
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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2006). Ni seguratas ni chivatos ni detectives. Sitio visitado el 8/8/2025.