sábado, 6 de septiembre de 2014

Calidad y garantías

Dibujo de J. Bueno,  portada del libro "Cómo elegir a su dentista", del doctor Manuel H. Santolaya,  1992.
Hace ya más de una década que te escribía en el texto “Los efectos del vino en los dientes[1], sobre el primer y único dentista del que tengo gratos recuerdos, Manuel H. Santolaya, que mientras en febrero de 1993 me arreglaba la boca con sus experimentadas manos, me regaló el libro “Cómo elegir a su dentista[2] (Muchas gracias, Manuel) donde el doctor, aprovechando su experiencia de más de treinta años de práctica profesional y de sus conversaciones y tropecientos encuentros con sus colegas, reflexionaba sobre la odontología en general y los cambios que la especialidad había sufrido en los últimos años, pasando del dicho “el dentista elegía a sus pacientes”, de finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado en mi país, a la proliferación de consultas dentales por doquier, por no hablar de los intrusos y pseudoclínicas que más que centros médicos parecen oficinas comerciales, donde se percibe que lo que más escasean son los especialistas y de lo que más abundan son directores, subdirectores, administrativos, comerciales y todo un organigrama enfocado a rentabilizar al máximo las agresivas campañas publicitarias en prensa, radio, televisión e Internet, hasta el punto que el paciente, es decir, el “cliente”, tiene “muy difícil elegir al dentista”, precisamente por la amplia oferta, eludir que le den gato por liebre y poner tierra de por medio con los “sacadineros”, por no seguirlos llamando “sacamuelas”.

Todo lo anterior viene a colación porque llevo unos años dándole que te pego a los frutos secos en general y a los “quicos” (o kikos, maíz frito o tostado) en específico y ya me dijo Santolaya que si quería que los empastes me duraran seis años, además de cepillarme adecuadamente los dientes (él me enseñó), debía evitar frutos secos duros. Esta semana, veintiún años después, uno de los empastes dijo “hasta aquí hemos llegado”, así que volví de nuevo a la consulta, pero en este caso en otra cadena, puesto que he perdido la pista a Santolaya. Paula, por ahora mi nueva dentista, me recordó en el trato al doctor y eso me tranquilizó desde el primer momento. A principios de los noventa del siglo pasado, andaba Manuel obsesionado con resucitar o rescatar las piezas molares (doy fe porque lo viví en mis propios dientes), dejando la extracción como último recurso y haciendo famoso su "made in natural" aplicado a toda profesión o especialidad que rodea a la boca, sea médico dentista, odontólogo, estomatólogo, cirujano maxilo-facial, etc. Terminaba su libro con la siguiente reflexión: “Exija calidad y garantías de resultados. Y finalmente suerte y… ¡¡ al dentista !!”. Te dejo una foto que me hicieron en los prolegómenos del trabajo de la doctora. Si quieres más clickea AQUÍ. También, inserto el vídeo de Mister Bean en el dentista, subido a Youtube por Rubenen129 (Fuente de la primera imagen: portada del libro “Cómo elegir a su dentista”; autor del dibujo J.Bueno. Fuente de la segunda imagen: instantánea autorizada por Paula y captada por rvs).
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Los efectos del vino en los dientes. 2004. Sitio visitado el 06/09/2014.
[2] Santolaya, Manuel H. “Cómo elegir a su dentista”. Gráficas San Pancracio. Málaga. 1992.