sábado, 25 de enero de 2025

Como el otrora novio: confundiendo clarete y rosado

Fuente de la imagen: Sitio vinopost:  Entre clarete y rosado (M. Velasco, 2005)
En relación con “Un soplo de frescura rosada desde la Serranía” (M. Velasco, 2025)[1], pregunta el amigo Paco el contraste entre clarete[2] y rosado[3]. Esta diferencia me la explicó otro Paco, allá por los inicios de este siglo, cuando trabajaba en el sector vitivinícola en la comarca de Antequera (M. Velasco, 2005)[4], dejando posteriormente constancia de la explicación en el sitio vinopost (M. Velasco, 2005)[5], aprovechando la conversación con otro amigo, Federico. En su momento entendí que el vino clarete no es rosado, sino tinto de color claro porque fermenta en presencia de hollejos, mientras que el rosado fermenta en virgen. El término "clarete" viene del francés antiguo “claret” que en la Edad Media se utilizaba para nombrar a un vino mezclado con especias aromáticas y miel. Ambos tipos de vino pueden fermentar en presencia de hollejos, pero la duración y la intensidad de este contacto es lo que determina el color final y las características organolépticas del vino. ¿Decir que el clarete fermenta en presencia de hollejos mientras que el rosado fermenta en virgen es una simplificación excesiva? Ando confundido como el otrora novio (M. Velasco, 2017)[6].

Ahora que lo pienso, igual ese entendimiento es demasiado simple, por lo que les remitiré este texto a Juan y a José Manuel, a ver qué me dicen, porque del “rehojeo” de textos técnicos (M. Velasco, 2012)[7] tiendo a pensar que la diferencia importante radica en el tiempo de maceración, dado que parece que el clarete tiene un tiempo de maceración distinto al rosado, antes era más tiempo pero ahora no tiene por qué. También, me confunde que, históricamente, los claretes se elaboraban con una mezcla de uvas tintas y blancas, mientras que los rosados se obtenían con uvas tintas únicamente. Sin embargo, esta distinción se ha flexibilizado en algunas regiones. Cuando trabajaba en el restaurante en San Sebastián (M. Velasco, 2006)[8], y aquel ¡Sevillano, un cigales! (M. Velasco, 2010)[9], al faltar en la barra clarete, me decía el jefe de camareros que cogiera vino blanco y lo bautizara con un poco de vino tinto, hasta que consiguiera el color del clarete. Otras doctrinas abogan porque ambos son vinos rosados, pero con características y procesos de elaboración ligeramente diferentes. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2025). Un soplo de frescura rosada desde la Serranía. Sitio visitado el 25/01/2025.
[2] Tradicionalmente, el clarete se elaboraba con una mezcla de uvas tintas y blancas. Esta mezcla, junto con un tiempo de maceración moderado, le confería un color rosado pero con matices más rojizos y una complejidad aromática mayor que los rosados clásicos. Sin embargo, esta definición ha evolucionado y en algunas regiones se permite elaborar claretes con uvas tintas únicamente, siempre y cuando se cumplan ciertos requisitos de elaboración.
[3] Los rosados, por su parte, se obtienen principalmente de uvas tintas, pero con un contacto muy breve entre el mosto y los hollejos, lo que les otorga un color más pálido y un perfil aromático más fresco y frutal.
[4] Velasco-Carretero, Manuel (2005). Si el vino viene, viene la vida. Sitio visitado el 25/01/2005.
[5] Velasco-Carretero, Manuel (2005). Entre clarete y rosado. Sitio vinopost. Visitado el 25/01/2025.
[6] Velasco Carretero, Manuel (2017). Confundido como el otrora novio. Sitio visitado el 25/01/2025.
[7] Velasco-Carretero, Manuel (2012). Los desmamonaría. Sitio visitado el 25/01/2025.
[8] Velasco-Carretero, Manuel (2006). La Tregua. Sitio visitado el 25/01/2025.
[9] Velasco-Carretero, Manuel (2010). ¡Sevillano, un cigales! Sitio visitado el 25/01/2025.