Después de la enésima conversación sobre la situación política, económica y social que vivimos en España, ayer me enteré que el verbo desmamonar no se puede utilizar para expresar el enfado y el anhelo de eliminación a los energúmenos mamones que nos han metido en este pozo de desesperación.
No. Además de deschuponar, desmamonar significa limpiar de mamones o brotes perjudiciales a las plantas; en especial a las vides. Lo leí en el diccionario que me regaló Pepa: DICCIONARIO CULTURAL DEL VINO, de Serafín Quero Toribio. Ya le había echado el ojo en el apartado libros de la vinoteca del Museo del Vino Málaga, por lo que la sorpresa y la satisfacción por el regalo fue mayúscula (Gracias, Pepa).
Escribe el editor en la contraportada que el vino es vida y por ello no sólo ha protagonizado los momentos de júbilo de los pueblos y sus culturas, sino también ha fascinado la inspiración creadora de artistas y escritores. La historia del vino es inseparable de la historia de la humanidad. Fruto de la vid y del trabajo del hombre, no es un mero producto de consumo, sino que constituye en sí mismo un bien cultural y es un factor social que desencadena la comunicación y el ingenio.
El texto es una complaciente historia del vino y de su misterioso y mágico lenguaje. En él se descubre tanto la información precisa sobre la vinicultura, vinificación y crianza del vino, como referencias literarias sobre su significado en la historia. Al final del día, me seguí preguntando por qué no puedo utilizar el verbo desmamonar para expresar otras existencias, acciones o condiciones de los sujetos que han generado la crisis de órdago que padecemos.