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Pero hay algo más importante que esta mañana fría de sábado, me está dando vueltas en el coco: ¿Las sentencias firmes de los tribunales están para cumplirse? ¿Hay que cumplir lo que se dictamine en el Tribunal Superior Europeo de Justicia (TJUE)? Hace unos años, en las clases de Derecho sobre esta materia, los distintos profesores y profesoras que tuve la oportunidad de escuchar, lo dejaron muy claro por activa y por pasiva: lo dictaminado por el TJUE es de obligado cumplimiento (de lo obvio de la necesidad de aplicar la Ley, ejecutar las Sentencias... no voy a entrar).
Entonces, si el TJUE ha dejado claro que las cláusulas suelo no son conforme a ley, por qué las entidades financieras erre que erre, como el conejito de duracell, con la connivencia del legislativo, siguen empeñadas en otras artificiosas derivadas que les favorezcan, a pesar de la contundencia de las resoluciones. Se han materializado los temores que te avancé a principios de año en el texto “Cláusulas suelo cero”[1], acerca de que los bancos españoles estaban negociando en secreto con el PP y el PSOE un Decreto Ley que les allanara el camino sobremanera. Ayer fue aprobado por el Consejo de Ministros[2].
Será el resfriado que tengo, el frío que hace, la pesadez de la cena de anoche, la torta mental… pero estoy confundido, triste, desorientado… el caso es que empiezo a reflexionar por qué extremismos de distinto signo comienzan a surgir en distintas zonas del enfermo globo terráqueo. Parte de la sociedad, desesperada ante la incompetencia de sus mediocres representantes políticos, recurre a medidas extremas para resolver situaciones extremas. Deseo que el proceso febril que tengo sea el responsable de la, espero, burrada que he dicho, pero es que, en este momento, después de hojear el Decreto, no se me ocurre otra cosa.
En fin. Así le va a este país. Ya ayer avanzaba FACUA que la norma “no establece sanciones para los que decidan no adherirse al sistema extrajudicial de reclamaciones ni para los que lo hagan pero se nieguen a devolver todo el dinero”. Coincido con los distintos medios que califican este instrumento de pantomima o cortina de humo, pero creo que no son otra cosa que otras típicas “maniobras de distracción y esparcimiento” a las que, desgraciadamente, tienen acostumbrado al pueblo español, de forma que, como la “gota malaya”[3], vaya minando al personal afectado, destruyéndolo anímica e incluso físicamente. Pero la sociedad, como recientemente la de EEUU, a veces te sorprende[4].
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Cláusulas suelo cero. 2017. Sitio visitado el 21/01/2017.
[2] Si quieres acceder al documento publicado en el BOE, clickea AQUÍ, para que destiles íntimamente tus conclusiones.
[3] O gota china.
[4] Cuestión distinta es si la sorpresa, individualmente, te guste más o menos o que sus repercusiones sean aún más desastrosas, pero eso es otra historia.