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En el texto “Elijo ser bueno”[1], apuntaba que no sabía si realmente soy bueno pero, en todo caso, elijo ser bueno. A la pregunta de por qué debía ser bueno, respondí porque quiero al proyecto en el que estoy y, por tanto, a sus colaboradores, clientes, proveedores, accionistas y resto de terceras personas e instituciones, lo que a su vez deriva en que deseo beneficiarlo y generar expectativas sólidas de presente constructivo y futuro proactivo, construido todo a partir de una dirección justa. Pienso que en la dirección empresarial, ser bueno es sinónimo de trato digno a los miembros internos, escuchar a los colaboradores y decidir en base a proporcionados y fiables datos.
De cara a la galería, da la impresión que en estos perfiles no conjugan bien el respeto y el poder. Estimo que se le debería dar más importancia a la ética y la moralidad, de forma que aquellos líderes que elijan ese difícil camino, se sintieran gratamente apoyados y, si procede, recompensados profesional y socialmente (Fuente de la imagen: pixabay).
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Elijo ser bueno. 2010. Sitio visitado el 25/08/2016.