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Transcurrido el minuto de educación previo posterior a la averiguación de las verdaderas intenciones, supuestamente comerciales, y los falsos testimonios y mentiras para atraer mi atención, malas artes vendedoras, decidí cortar por lo sano con un seco “no estamos interesados”. Como decía el otro: “embrolla, enreda, que algo queda”. Tristeza profesional la existencia en mi ámbito territorial de actuación, de presuntos vendedores con el perfil del individuo anterior.
Individuos conformados a base de falsos testimonios, mentiras, enredos… y lo peor es que muy probablemente sigan instrucciones de sus jefes de equipo, gerentes o dueños. Por la tarde reflexioné sobre lo interesante, desde la óptica comercial, de aquellas hipotéticas prácticas marketenianas que, para determinados productos o servicios en los que tradicionalmente el vendedor busca al comprador, propiciaran el efecto contrario, es decir, la búsqueda del vendedor por parte del cliente.
Tal vez, para conseguir esa situación idílica, el vendedor, en vez de vocero, pesado, manipulador o trapicheante, si aconsejara de manera honrada, decente, el potencial cliente, que no es tonto, en vez de sufrir congoja, presión, cabreo… se sentirá asesorado y en el futuro, si necesita ese producto o servicio, existen muchas papeletas a favor de que sea él el que busque a ese proveedor. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.