Fuente de la imagen: archivo propio |
Ajustado día el martes, iniciándose con los últimos retoques
a una calificación concursal y finalizando con la paciente observación del juego del partido futbolístico entre España y
Bielorrusia. En medio, un batiburrillo de tareas no menos importantes, desde rematar un trabajo universitario sobre la
Ley D´hont, hasta iniciar la participación en un foro.
Las enmarañadas
realidades profesionales, la dinámica social, las derivaciones económicas y el embudo
de los métodos, procesos y tecnología del día a día que me envuelve, apremian la necesidad de formalizar de vez en cuando un “kit kat” como el del instante de la foto, que posibilite examinar el cambiante contexto de la vereda por la que
camino (Fuente de la imagen: archivo propio).
Por otro lado, no me queda otra opción que reinventarme en
cada minuto, encontrarme siempre presto,
liviano de alforjas, actualizarme en procesos tecnológicos y preparado para, en
cualquier momento, zarandearme hacia la trayectoria que revelen los rápidos acontecimientos
que se van sucediendo imperceptiblemente.
Parafraseando la definición ecológica de “sostenibilidad”, en
el sentido de cómo los sistemas biológicos se mantienen diversos y productivos
con el transcurso del tiempo, equilibrio
de las especies con los recursos de su entorno, transito hacia el concepto “individuo
sostenible”, debido a esa analogía con la disposición de cambio, que tiene que acompañarme
en el ejercicio de equilibrio y adaptación continua al variopinto y riesgoso cúmulo
de decisiones a tomar diariamente, para sobrevivir en este mundo económico,
financiero y social diseñado por los otros.