miércoles, 26 de septiembre de 2012

Trabado despertar

Fuente de la imagen: elaboración propia
Ayer, mientras almorzaba, inevitablemente escuchaba el pavoneo de unos directivos, sentados en la cercana mesa, jactándose de aplicaciones de ERTEs y, si se terciaba, nuevamente otro concurso de acreedores.  Por si fuera poco ¡Hala! El nombre del grupo empresarial se deslizaba de un lado a otro de los platos como la pelota de un partido de "ping pong". ¡Uf! Si fuera el number one de estos energúmenos, ya estaría llamando a las puertas de las consultoras de RRHH para que les colocaran en otro sitio. 

Con independencia de la indiscreción y desfachatez de estos bocazas, que se creen los amos del mundo y con licencia para todo, cierto que cuando los gerentes, ejecutivos... se reúnen,  a veces se les va la fuerza y la lengua por la boca, cual gallitos de pelea en una boda. Pero cuando vuelven a sus empresas ¡Otro gallo canta! Corren a esconderse en sus despachos, parapetándose en sus secretarias. A principios de año, en The Economist, “The shackled boss[1], se describía muy bien esa situación. 

Se despiertan cual Gulliver en el país de los liliputienses: con infinitos lazos y cuerdas invisibles atadas a su cuerpo, por esos individuos de los que tanto se ha reído en la reunión con sus amigachos. Trabado despertar. Te dejo un dibujo de la silueta de Gulliver en el País de Liliput (fuente: elaboración propia tomando como referencia una imagen del libro "Los viajes de Gulliver"[2]).
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[1] Shumpeter. The shackled boss. The Economist. 2012. Sitio visitado el 26/09/2012.
[2] Jonathan Swift. Los viajes de Gulliver. Ed. Benjamin Motte. 1726.