Foto de graduación en la Diplomatura de Empresariales. Fuente: Archivo propio |
En mi caso, el pescado de la formación está casi todo vendido, a excepción de unos restos en liquidación. El idioma
a trompicones va avanzando (¡Ay el inglés de los montes de Málaga! Y el chino
ni te cuento) y la formación continua ahí anda: hay que aprender tanto en profundidad
como en verticalidad, haciéndose lo que se puede. Pero estoy preocupado con los conocimientos que reciben nuestros
hijos, la forma en la que lo reciben y, en resumen, las políticas educativas que continuamente se remodelan, a golpe de gobierno de
turno. ¿Por qué no se consensua un camino común por estos “conservadores” que
quieren conservar y estos progresistas que quieren “progresar”?
Con sus
decisiones y leyes ni se conserva ni se progresa: se destruye perennemente la posibilidad de un futuro mejor para los
pequeñuelos. Por otro lado, la construcción de colegios y edición de
materiales pedagógico – didácticos, adaptados a la realidad de cada momento, es
una condición necesaria, pero sólo necesaria, no suficiente. En demasiadas ocasiones olvidamos al maestro, docente o profesor. Su formación y
su motivación es fundamental. Al igual que el médico, este profesional tiene en
sus manos los caminos futuros de las personas que educa. Si el futuro de nuestros hijos está en manos de un mal
educador, puede ser por dos razones: porque el sistema haya cometido un error
en la selección de ese individuo o porque la política educativa del sistema
haya quemado la excelencia y la motivación de ese otrora profesional de la
enseñanza.
En ambos casos, hay que actuar rápidamente: al primero
expulsándolo y al segundo subsanando los desajustes que han generado esa
desafección profesional. Sin embargo, da la impresión que al político de turno
le interesa un pimiento lo anterior. Así nos va: ni conservación ni progresión,
destrucción. Te dejo una foto de la puesta de largo de la diplomatura, mediados de la década de los ochenta del siglo pasado (la de la licenciatura la he perdido). Si eres un seguidor de este sitio, sabrás de mi periplo educacional en la infancia. Sólo apuntar que con toda la dificultad de la enseñanza en la década de los sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado, presiento que, a pesar de todo, puede que haya tenido una suerte que los pequeños de hoy no van a tener. En fin. Espero equivocarme y soñar que todo tiempo pasado siempre será peor.