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Encontrarme alegre en el trabajo, posibilita la emergencia de nuevos o distintos arquetipos organizativos o productivos. Al estar feliz, mi rendimiento será distinto y mejor que si la desazón me envuelve. Si ejerzo de directivo, puedo ayudar a que los equipos que coordino se sientan contentos y enamorados de su actividad. La actual situación económica configura un paisaje anímico desolador para las personas que todavía tienen la oportunidad de trabajar, afectando a la fertilidad productiva, a la iniciativa creativa, a la colaboración grupal y al compromiso profesional.
Si el que ejerce de ejecutivo tuviera claro que parte de su cometido como gerente, de tal o cual proyecto, consiste en propiciar continuamente el avance, desarrollo, progresión y felicidad de los equipos a su cargo, se desterraría esa desmotivación cada vez más endémica, con visos ya de estructural, potenciándose climas laborales favorables y, por derivación, un marco económico y social diferente (fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Pexels en pixabay.