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“… porque el texto de los asientos propuestos por auditoría llevaba el concepto -asiento de ajuste-“. Efectivamente, así lo sugirieron y no entiendo por qué ahora ponen reparos a la frase, cuando dichos arreglos y concordancias fueron propuestos por ellos. Me remito a los numerosos registros y soportes documentales. “… y no querías que el number one se relacionara con D. Liviano”. No soy nadie para censurar las relaciones personales, pero sí me creía en la obligación de analizar las previsibles futuras relaciones empresariales del líder del proyecto con otros protagonistas del tejido empresarial local y, en el foro y por los cauces adecuados, de forma sincera y discrecional, trasladarle mi opinión así como las distintas alternativas. Todos éramos mayorcitos para dirimir cual era el camino más ventajoso. Si te sirve de algo, a D. Liviano lo puedo hasta respetar como persona, pero comprenderás que muy probablemente no era el momento ni el lugar para llevar a cabo lo que se pretendía. Y así hasta una veintena de cábalas y figuraciones, que fueron siendo dilucidadas una a una. Al final, la consabida y apesadumbrada frase: “No, si es lo que les he dicho, que tú eres…”.
Hoy omito los requiebros porque me siento incómodo con ellos; no los pido ni los busco, sólo pretendo realizar bien mi trabajo y ruego cansinamente Justicia y Verdad. A veces, fantaseo con la existencia de lo que el Presidente de una organización empresarial en la que colaboré decía a menudo: Una boca prestada. Sí, una boca que estuviera en aquellos foros donde se hablan de profesionales que por una u otra razón ya no están en la empresa o en el proyecto, ni se encuentran presentes, colgándoles sigilosamente presuntos errores, desajustes, decisiones inadecuadas, campañas de desprestigio personal, actos honorables que se silencian, informaciones distorsionadas, etc. Una garganta profunda que hablara con propiedad, que aportara información objetiva, transparencia y dijera la Verdad de lo sucedido. ¡Qué imaginativo soy! ¿Verdad? Es la vida misma. Finalizo con la boca prestada del poeta William Ernest Henley y este legado de libertad: No importa cuán angosta sea la puerta - Ni cuán lleno de castigos esté el pergamino - Yo soy el dueño de mi destino: Yo soy el capitán de mi alma (Formato de texto cambiado posteriormente. Fuente de la imagen: mvc archivo propio).