sábado, 30 de agosto de 2025

Un viaje del Maritrini al Vermouth de Oro

Fuente de la imagen: El Vermouth de Cortijo La Fuente. Sitio vinopost (M. Velasco, 2025)
En el viaje al pasado de la adolescencia, el vermut era una bebida que se colaba en nuestras tardes, a veces por casualidad, a veces con premeditación. Recuerdo un día en que el amigo llegó a casa con una botella de Martini y mi madre, atenta a las tendencias de la juventud, se percató. A partir de ese momento, y con la mejor de las intenciones, siempre que tenía ocasión nos compraba vermut. Sin embargo, no sé si por desconocimiento o por un presupuesto ajustado, lo que ella nos traía no era Martini, sino algo que se parecía en el nombre y poco más: un vermut más económico que se llamaba Maritrini (M. Velasco, 2006)[1]. La anécdota, que hoy me arranca una sonrisa, marca el inicio de mi esporádica relación con esta bebida.

Te cuento lo anterior porque, en casa de Mari Carmen y Paco (M. Velasco, 2025)[2], el aperitivo se transformó en una auténtica revelación. Como protagonistas de la tarde, los anfitriones ofrecieron “El Vermouth” de Cortijo La Fuente (M. Velasco, 2025)[3], bebida que se distinguió por su calidad artesanal y que, para nuestra sorpresa, había sido galardonada con el prestigioso Premio Bacchus de Oro. Este vermut, elaborado a partir de una cuidadosa selección de vinos dulces de uva Pedro Ximénez, cultivada en los viñedos propios de la bodega, nos cautivó desde el primer sorbo. Los vinos base son añejados en botas de roble americano centenario, un detalle que les confiere una complejidad y unos matices únicos que se aprecian en el paladar[4]
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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2006). El cumpleaños de mi madre. Sitio visitado el 30/8/2025.
[2] Velasco-Carretero, Manuel (2025). La frescura de la noche. Sitio visitado el 30/8/2025.
[3] Velasco-Carretero, Manuel (2025) El Vermouth de Cortijo La Fuente. Sitio vinopost. Visitado el 30/8/2025.
[4] La receta se completa con una maceración tradicional de más de 50 especias y botánicos, logrando un equilibrio perfecto entre el dulzor inherente al vino y el amargor de las hierbas, un rasgo que lo hace especialmente único y elegante.