domingo, 24 de agosto de 2025

La paz del invierno se gana en verano

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Si eres follower de este sitio sabes que todos los veranos, por estas fechas, suelo darle una mano de impermeabilización a las terrazas de la vivienda. El producto lo compro en Pinturas Andalucía (M. Velasco, 2007)[1]. Al percatarse Borja de la tarea, me pidió que le enviara unas fotos del trabajo así que, ni corto ni perezoso, se las wasapeé. Y es que hay tareas domésticas que, más que una obligación, son una especie de ritual. Para mí, la segunda parte del verano trae consigo una de ellas: darle una nueva vida a la terraza con una buena capa de impermeabilizante. Es una de esas labores que uno hace pensando en el futuro, en la tranquilidad que te proporcionará durante el largo invierno. Y a Borja, por lo visto, no se le escapa la importancia de este pequeño pero necesario trabajo. Pasearse por la terraza con la brocha o el rodillo en mano, cubriendo las comisuras en cada pincelada, se sella una tregua con el cielo a modo de declaración de intenciones: un "este año no me pillarás por sorpresa, lluvia”, y puede que nos ahorremos el disgusto en forma de goteras o humedades.
Fuente de la imagen: Aprendizaje significativo (M. Velasco, 2009)
Aunque me gusta el color que utilizamos, que me trae a la mente retazos de la infancia y adolescencia, la impermeabilización no es una simple cuestión estética, es más bien una batalla contra los elementos. El sol del verano, tan agradable para tomarlo, con las debidas precauciones, castiga sin piedad los materiales, dejándolos vulnerables. Y es ahí, justo antes de que el frío y la humedad hagan su aparición, cuando debemos actuar, aplicando una mano de un buen producto, de esos que sabes que te protegerán, garantizando que el agua, por muy persistente que sea, se quedará fuera. Es preservar la estructura de la vivienda, es cuidar lo que tenemos y, en última instancia, es dormir tranquilo. Al final, este ritual de verano, este pequeño gesto de mantenimiento se convierte en la mejor inversión para el hogar. Es el arte de la prevención, el saber que has hecho lo correcto. Y el hecho de que alguien se interese, como Borja, en ver el trabajo terminado, te recuerda que, en el fondo, cuidando tu casa también estás cuidando de ti mismo. Dedicado a Borja y a ti.
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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2007). Repellé y pinté. Sitio visitado el 24/8/2025.