Cutis seguro, conciencia tranquila

Fuente de la imagen: La máscara veneciana (M. Velasco, 2007)

La industria cosmética, en constante crecimiento y evolución, ha demandado a lo largo de los años marcos regulatorios sólidos que garanticen la seguridad y calidad de los productos que llegan al consumidor. En España, este camino ha estado marcado por hitos legislativos, entre los que se encuentra el Real Decreto 1599/1997 (M. Velasco, 2008)[1] y el Real Decreto 85/2018 (M. Velasco, 2018)[2]. El primero, alineado con las directivas europeas de la época, estableció un marco normativo que garantizaba la seguridad y eficacia de los productos cosméticos comercializados. Entre sus principales aportaciones destacaban la prohibición de ensayos en animales[3], el etiquetado claro y conciso[4] y la notificación de productos[5]. Sin embargo, el panorama normativo europeo evolucionó rápidamente, y la creciente complejidad de la industria cosmética demandaba una actualización de la normativa española. En ese contexto, se promulgó el Real Decreto 85/2018, que tenía como finalidad adaptar la normativa española al Reglamento europeo sobre productos cosméticos (M. Velasco, 2010)[6]. 

Entre las novedades, se encontraba el establecimiento de un sistema de vigilancia más robusto para detectar y gestionar los posibles riesgos asociados con los productos cosméticos, la imposición de mayores exigencias a los fabricantes en cuanto a la calidad de los productos, la trazabilidad y la gestión de los riesgos o el refuerzo de la obligación de proporcionar información clara y precisa a los consumidores sobre los ingredientes y las posibles reacciones adversas. También, el decreto reconoce la importancia de las nuevas tecnologías en el desarrollo y evaluación de los productos cosméticos, y establece un marco regulatorio flexible para su incorporación. En síntesis, representa un paso adelante en la regulación de los productos cosméticos en España, consolidando un avance de ese marco legal que procura garantizar la seguridad y la calidad de estos productos, posibilitando al país alinearse con las normas europeas y contribuyendo a fortalecer la confianza de los consumidores en la industria cosmética. Fuente de la información: textos referenciados.

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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2008). Real Decreto sobre productos cosméticos. Sitio Consultores en la Red. Visitado el 31/01/2025.

[2] Velasco-Carretero, Manuel (2018). Regulación de los productos cosméticos. Sitio Consultores en la Red. Visitado el 31/01/2025

[3] Una de las medidas más innovadoras fue la prohibición de realizar pruebas en animales para evaluar la seguridad de los productos cosméticos. Esta medida, pionera en su momento, se alineaba con una creciente conciencia social sobre el bienestar animal y anticipó las normativas europeas en esta materia.

[4] El decreto exigía un etiquetado claro y comprensible, proporcionando a los consumidores información detallada sobre la composición de los productos y las precauciones de uso.

[5] Se estableció un sistema de notificación de productos para garantizar que todos los cosméticos comercializados en España cumplieran con la normativa vigente.

[6] Velasco-Carretero, Manuel (2010). Reglamento Europeo sobre Productos Cosméticos. Sitio Consultores en la Red. Visitado el 31/01/2025.