lunes, 26 de febrero de 2024

Leer mucho y mal o el rol de Sofómoros

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
En el fin de semana pasado he estado rehojeando el texto de M. J. Adler y C. V. Doren (1972), “Cómo Leer un libro (How Read a Book)[1]. Se escribe en la reseña que "Sofómoros" era el nombre que los antiguos griegos daban a las personas que habían leído mucho y mal. Ciertamente, leo para conocer, entretenerme o para informarme, pero no sé si leo bien. Mi mente, a veces, se queda con un mogollón de palabras de una página, a modo de malla, matriz matemática o lienzo incomprensible a primera vista, no entendiendo qué hace con los datos, porque en algunos casos me devuelve la información de manera estructurada, entendible y oportuna (en el momento adecuado), pero en otros, los más, la rumia a destiempo, cuando le da la gana.

En las páginas, Adler y Doren me invitan a leer, aprender mediante el descubrimiento a través de los libros, desde Homero a Sartre, construyendo mi propio edificio intelectual, averiguando de qué trata cada libro que cae en mis manos, interpretarlo y, claro que sí, también criticarlo. Todo ello siguiendo orientaciones constructivas, desde técnicas de lectura rápida a cómo tomar notas. Termino con la frase que apunta la edición, atribuida a Francisco Bacon: “Hay libros para probar, otros para tragar y otros, muy pocos, para masticar y digerir”. La cuestión radica en la distinción entre raciones, picoteo o degustación y saboreo pleno. Parte de este texto también se ha editado en el sitio book—post, bajo el título “Cómo leer un libro”.
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[1] Mortimer J. Adler; Charles Van Doren (1972). Cómo leer un libro. Ed. Debate.