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Hace casi una década, en “Reciclaje ejecutivo”, reflexionaba sobre que en el cambio de época en el que estamos inmersos, algunos ejecutivos y empresarios hechos a sí mismos, autodidactas, se encuentran necesitados de un intenso reciclaje formativo, pero les cuesta reconocerlo y se parapetan en que su otrora buen olfato e instinto les sacará del atolladero en el que se encuentra su empresa. Otros se pasan tres pueblos y se ponen a realizar una carrera universitaria o un máster en el extranjero. Tal vez, ni lo uno ni lo otro. También, apuntaba que sería necesaria una formación específica sobre el cambio en todos los aspectos que supone la crisis, las corrientes de gestión comercial que pueden resultar exitosas hoy, el trato hacia las personas internas y externas a su organización, la importancia del medioambiente y la tan teorizada y escasamente practicada ética en los negocios. Tampoco se debe dejar a un lado esa enseñanza vía on line, como complemento a las sesiones presenciales. En todo caso, no debemos perder nunca el ritmo, no parar, sin pausa, "reciclándose", "tuneándose", "reseteándose"...
Recientemente, en el marco de la impartición de un master universitario (ver “Piensa en modo global, actúa en clave local”), transmitía al alumnado la necesidad de estarse formando de manera continua durante toda la vida profesional, como si fuera un hábito saludable más, mensaje que he insistido en este sitio desde que empecé a escribir a principios de 2003 y, como muestra, el texto “A lo largo de toda la vida”, donde incidía una vez más en la necesidad de educación continua, a lo largo de toda nuestra vida laboral, la cual, por desgracia o por suerte, ya no es como la vida profesional, empresarial, institucional o laboral de nuestros abuelos, padres o hermanos mayores. Como dice el legislador español, formación continua con el fin de “adquirir, actualizar, completar y ampliar" las "capacidades, conocimientos, habilidades, aptitudes y competencias" para nuestro "desarrollo personal y profesional”. Arriba te dejo una foto que me hicieron instantes después de recoger el certificado de asistencia a la jornada que te referencié en ¿Tanto monta abogacía como periodismo? Así que: “sigue el ritmo, no pares”.