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Por otro lado, si bien hoy la experiencia puede ser un arma de doble filo, tampoco es cuestión de ningunearla, sólo debemos concentrarnos en utilizar el filo que no nos cortará o hará daño. Por ejemplo, conforme transcurre el tiempo, esa experiencia hace que vaya conociendo cada vez mejor mis debilidades[1], la red de contactos se ha ampliado y enriquecido, estoy más cerca de saber qué es la felicidad en el puesto de trabajo, tengo empatía respecto a las aprensiones y las motivaciones de mis compañeros y compañeras[2]. Entiendo que es bueno aprovecharse de esos buenos hábitos, conocimientos, cosechados en el camino, pero desde un enfoque un tanto agitador, a lo rebelde, en este caso, con causa.
También, existen otros aspectos cuya valoración o influencia, conforme pasan los años, es distinta. Por ejemplo, mi nivel de productividad diaria o semanal, la atenuación del nerviosismo en las presentaciones, soñar "realistamente" o con los pies en el suelo, trabajar en causas en las que creo, aceptar críticas y aprender de ellas… hasta la continua búsqueda de proyectos que me llenen. Pero lo más importante es sentir que ese camino[3], esa diaria carrera para traer carne al hogar, siendo esencial, sólo es una parte de mi vida y que si no cultivo valores, relaciones, lazos[4], iré perdiendo fuerza, competitividad, en la brega profesional. Así que a rebelarse contra uno mismo (Fuente de la imagen: mvc archivo propio).
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[1] Por supuesto mis fortalezas.
[2] Conozco de primera mano cómo es trabajar en el AVE, en el avión o en el despacho de casa, etc.
[3] Profesional, empresarial, institucional o laboral.
[4] Familiares, amistades...