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No dudo de la eficacia de este recurso para presentaciones. Lo he utilizado “tropecientas” veces y en este sitio lo he nombrado más de una vez. Buena prueba de ello lo es 10-20-30[1], donde G. Kawasaki recomienda que cuando estemos intentando convencer a un tercero de un proyecto[2], no debemos utilizar más de diez diapositivas de PowerPoint, o “Al grano”[3], en el que te preguntaba si ¿Menos powerpoint y más sustancia? Incluso en “No soy retro, utilizo el retroproyector”[4] te comentaba una experiencia con los medios técnicos.
Sin embargo, hay momentos en los que debemos meditar si usamos la ofimática o no. En “Inteligencia Escénica”[5] reflexionaba sobre la utilización de este recurso pedagógico-didáctico y el enfoque de la presentación sin ninguna aplicación adicional y luego, parafraseando a Aristóteles, evaluar si se debe hacer uso de alguna herramienta, siempre al servicio de la audiencia, no como muleta para atenuar los defectos o limitaciones del presentador o conferenciante (Fuente de la imagen: pixabay).
A veces, cuando se expone, no es conveniente sobresaltar a la concurrencia con recursos pedagógicos de esta índole, por muy avanzados que se encuentren desde la óptica tecnológica. Por el contrario, hay que establecer una divergencia y suscitar otra perspectiva con el fin de transmitir y, si procede, sugestionar y conquistar. Para ello, deberé hablar sin adornos, muletas o tapujos, para transferir eficazmente lo que quiero decir, de forma que mis receptores reciban la información de manera clara, nítida.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. 10-20-30. 2010. Sitio visitado el 03/02/2016.
[2] Un producto o un servicio.
[3] Velasco Carretero, Manuel. Al grano. 2009. Sitio visitado el 03/02/2016.
[4] Velasco Carretero, Manuel. No soy retro, utilizo el retroproyector. 2007. Sitio visitado el 03/02/2016.
[5] Velasco Carretero, Manuel. Inteligencia Escénica. 2012. Sitio visitado el 03/02/2016.