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No había terminado de exponerme la situación cuando, sin darme cuenta en el momento, ya le estaba resumiendo el problema, diagnosticándolo y recetándole una batería de alternativas. Has hilado rápido y fino, sentenció el interlocutor. Supongo que dejé a un lado lo poco o mucho que dispongo de conocimiento sistemático y pasé directamente a ese otro conocimiento un tanto díscolo que se moldea en el tiempo de un pestañeo de ojos.
De vuelta al hogar reflexioné sobre lo de “hilar resuelto y fino”, imaginándome a la bruja de la “bella durmiente” en su telar, esperando en la torre del castillo a que subiera la adolescente para provocarle el pinchazo con el huso, así como el postrero sueño de cien años y que, como imaginarás, propició el mote o coletilla "durmiente"[1]. Eso no es hilar fino, pensé, porque la arpía había gestado su malvado plan desde que no fue invitada al festejo organizado por los reyes en honor a la princesa recién nacida.
Hilar resuelto y fino creo que tiene relación con esa ágil e inconsciente destreza de apiñar y enjuiciar la justa información para dilucidar opiniones técnicas[2] en el tiempo de un parpadeo de ojos. No es suerte en el veredicto[3], sino el resultado instintivo o impensado conscientemente de nuestra sagacidad y de ese conocimiento acumulado en el subconsciente derivado del estudio, la abstracción y la experiencia en el camino (Fuente de la imagen: Clker-Free-Vector-Images en pixabay).
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[1] Lo de "bella" es porque supongo que todas las princesas de los cuentos son bellas.
[2] Dictámenes, soluciones o batería de opciones.
[3] Cuando, se acierta, se entiende.