Con motivo de la polémica del castigo de la UEFA al Málaga Club de Fútbol, por no pagar sus deudas, dándole de plazo la organización hasta el 31 de marzo de
2013, en un hilo de Facebook sobre el tema y la ola de adhesiones al Málaga y crítica
hacia el organismo futbolero europeo, hace unas semanas le escribí a Francisco
mi ilusión de que también se metiera en esa masa pasiva al resto de proveedores
y acreedores de la corporación, no sólo a los jugadores. Tanto públicamente como por los netmails privados, recibí
un aluvión de críticas y de odas a favor del futbol en general y del Club de
Fútbol Málaga en particular. No pensé ¡Tierra Trágame!, pero sí reflexioné que
tal vez aquél no era el foro adecuado para debatir el tema y así lo trasladé a los
facebook-contertulios. Horas después cambié de opinión, pero ya la oportunidad desapareció.
Ayer, leí el artículo de Enrique en La Opinión de Málaga, “El fútbol es así”, que me ha rememorado el mini debate con Conejo, y me dije:
mañana a reseñar en el blog este tema. Escribe el diputado sobre las
prioridades presupuestarias en la comunidad valenciana y en la andaluza, con el
fútbol como importante nexo de unión. Probablemente, por falta de espacio en el medio de
comunicación, no haya extendido su reflexión a la obligación de las entidades
deportivas de cumplir no sólo con sus obligaciones tributarias y con la
seguridad social, sino también con el pago a ese proveedor o acreedor que le ha
vendido un producto o le ha realizado un servicio, ya sea un suministro de artículos
de deporte o un análisis profesional previo a una inversión.
Desgraciadamente, el club Málaga ya ha pasado por un concurso de
acreedores y no sería bueno volver a otro. De esas adversidades se deben sacar
conclusiones y aprender. Y una de las enseñanzas que tiene que estar muy
clara en la mente de los que toman decisiones y de los propietarios del club,
es que hay que cumplir con la normativa legal aplicable a las sociedades
deportivas en materia mercantil. No necesito refrescar las leyes deportivas, sólo recordar la diligencia que el Código de Comercio de España exigía a los administradores sociales, para que éstos no
incurrieran en responsabilidad en su actuación y llevaran el proyecto a buen puerto: actuar como un buen padre de
familia (en la Ley de Sociedades Anónimas se especificaba que los administradores desempeñarían su
cargo con la diligencia de un ordenado empresario y de un representante leal).
Termino con un ruego al sabio Manuel Luis Pellegrini para
que, si lo estima, se lo traslade a los jugadores y a quién considere oportuno. "Entrenador, con todos mis respetos a la institución, tan significativa es la
alegría que recibimos cuando el Málaga gana, como que el equipo cobre y tan substancial
es que los jugadores atesoren sus emolumentos, como que se le reintegre en
tiempo y forma el débito al resto de los proveedores, desde la Agencia
Tributaria hasta el último acreedor en importancia de deuda, pasando por los trabajadores y la Seguridad Social". A buen entendedor… (Fuente de la imagen: Wikimedia Commons).