sábado, 5 de julio de 2025

Corazón y Código: Co-Creación del Enoturismo Digital

Instante de la Inauguración del IV Encuentro de Doctorado interuniversitario. De drcha. a izq. Dr. D. Antonio Guevara. Coordinador del Programa de Doctorado Interuniversitario en TurismoUniversidad de Málaga; Dña. Ana Ramírez de Molina, Viceconsejera de Universidades, Investigación y Ciencia de la Comunidad de Madrid; D. Álvaro Bustinduy. Vicerrector de Investigación, Universidad Nebrija, y D. J. Arturo Rubio. Director de la Escuela de Doctorado, Universidad Nebrija.
Como referencié en el sitio vinopost (M. Velasco, 2025)[1], la tarde del viernes la pasé en el IV Encuentro de Doctorado interuniversitario, organizado por la Escuela de Doctorado de la Universidad Nebrija en colaboración con el Departamento de Turismo de su Facultad de Economía y Empresa, que se ha desarrollado en Madrid (España), en el Campus Princesa y en el que el título de mi participación ha sido "Enoturismo Conectado: Optimizando Rutas desde la Investigación Participativa", donde he tenido la oportunidad de presentar la metodología investigación-acción (M. Velasco, 2023)[2] aplicada en un estudio que gira en torno a la utilización de los avances tecnológicos en la optimización de la gestión de los miembros de rutas enoturísticas y su implicación económica y jurídica (M. Velasco, 2025)[3], en el que también se han aplicado previamente las investigaciones cuantitativa y la cualitativa. 
Fuente de la imagen: mvc archivo propio
La investigación doctoral, que ha buscado en estos años dilucidar cómo la implementación de tecnologías digitales puede optimizar la gestión comercial y operativa entre los actores de las rutas enoturísticas para fomentar un desarrollo turístico más competitivo y sostenible en un marco económico y jurídico seguro, se ha apoyado en un diseño metodológico híbrido, siendo la fase participativa uno de los pilares, junto con la investigación cuantitativa y la cualitativa, para obtener una comprensión profunda y validada del fenómeno estudiado. En cuanto a la metodología participativa, ésta se concibe como un proceso donde los miembros de una comunidad no son meros sujetos de estudio, sino co-investigadores activos que recopilan y analizan información, actuando sobre sus problemas para encontrar soluciones y promover transformaciones. 
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El enfoque adoptado fue el de Investigación-Acción Participativa (IAP), arraigado en los principios de co-construcción de conocimiento, reflexión crítica y transformación social. El objetivo no era solo recopilar datos, sino fomentar la participación activa de los actores clave del sector enoturístico español en el análisis de hallazgos previos y la generación de soluciones contextualizadas. Se organizaron una serie de talleres colaborativos, diseñados para albergar entre diez y quince personas cada uno, buscando optimizar la dinámica grupal y proporcionar un espacio propicio para el diálogo y la reflexión profunda. La selección de participantes fue clave: se priorizó a aquellos individuos que, durante la fase cuantitativa, habían expresado interés en involucrarse en etapas posteriores del estudio. Se realizó un riguroso análisis de idoneidad de los perfiles, buscando una representación heterogénea que enriqueciera la discusión, incluyendo a bodegas, agencias de turismo, instituciones académicas, guías, entre otros. 
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A estos participantes se les explicó el propósito de los talleres, la metodología y los beneficios esperados de su involucramiento, remitiéndoles una convocatoria formal que incluía los detalles de acceso a las sesiones virtuales. La conducción de estos talleres se adhirió estrictamente a los principios de la IAP, concibiendo cada taller como el componente de un ciclo iterativo de reflexión-acción, donde se presentaban y discutían los resultados de las fases cuantitativa y cualitativa, se promovía la reflexión colectiva sobre los desafíos identificados y se co-conceptualizaban posibles acciones o estrategias de mejora, impulsándose activamente un ambiente de empoderamiento y co-aprendizaje, donde los participantes validaron y enriquecieron los hallazgos con su conocimiento experiencial, convirtiéndose en co-investigadores. El facilitador, en este caso el investigador principal, el que te escribe, asumió un rol de "notario" o dinamizador, no de director de contenido, fomentando la horizontalidad en el intercambio de ideas. 
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La orientación a la transformación fue el propósito subyacente de cada sesión, buscando generar conocimiento que se tradujera en mejoras concretas y adaptadas a las realidades del sector. El procedimiento científico específico para esta fase se estructuró en varias etapas. Una fase preliminar de preparación y configuración se dedicó a sintetizar los resultados cuantitativos y cualitativos en informes concisos y atractivos, diseñando materiales informativos para los participantes y definiendo la estrategia de selección y reclutamiento. Le siguió una fase asincrónica de inmersión y preparación individual, donde se enviaron los materiales detallados y se ofreció apoyo continuo por parte del equipo de investigación para resolver dudas y fomentar la motivación. La fase sincrónica consistió en el taller participativo de co-creación, donde el investigador principal introdujo brevemente la investigación y las cuestiones guía, para luego dar paso a un debate facilitado por el equipo. Las sesiones fueron grabadas y transcritas para asegurar la fidelidad del debate. 
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Seguidamente, una fase asincrónica de consolidación y retroalimentación validada permitió procesar el contenido, redactar propuestas de conclusiones y validarlas con los participantes para asegurar la fidelidad y el consenso. Se reconocieron limitaciones en esta fase, como el número de talleres completados y la disponibilidad de soporte documental grabado. En cuanto a los resultados del método participativo, durante los talleres, los participantes conocieron los resultados preliminares de las investigaciones cuantitativa y cualitativa, revelando múltiples barreras y soluciones desde la perspectiva de los actores directos. Participantes de bodegas y rutas del vino, expusieron sus experiencias. Las principales barreras identificadas incluyeron la accesibilidad de las ubicaciones rurales, la dificultad para lograr el acuerdo y la participación de entidades tan diversas dentro de una ruta, la expectativa de resultados rápidos de los miembros, la falta de implicación y compromiso de los socios, y la diversidad de perfiles (bodegas, hoteles, restaurantes, agencias de viajes, administraciones públicas...) que dificulta una visión común de territorio. 
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También, se mencionó la complejidad para conseguir financiación y ayudas de las administraciones y, en algunos casos, la "politización" de las rutas. En cuanto a las soluciones, se abogó por aumentar el número de socios para obtener más fondos y visibilidad. Se destacó la importancia de la personalización del contenido generado con IA, dándole un "toque personal" que diferencie a la bodega y evite que el contenido sea impersonal o aburrido. La formación en nuevas tecnologías e IA para superar el miedo y utilizarla correctamente fue otra solución, aunque se observó la falta de participación en formaciones programadas. Se propuso que las rutas destinaran recursos para personal encargado de tareas tecnológicas y de análisis de datos. La necesidad de un marco jurídico para la veracidad ante el auge de la IA también fue un punto relevante. Además, se resaltó que el modelo de Rutas del Vino de España es mejorable, pero es el mejor existente, y que la participación de las administraciones es necesaria para que los proyectos no estén "cojos". Igualmente, se identificó la necesidad de que SEGITTUR permita a las Rutas del Vino acceder al diagnóstico como Destinos Turísticos Inteligentes (DTI).
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En la discusión de los resultados participativos, se consolidó la percepción de que la digitalización es un imperativo estratégico para el enoturismo, impulsando la competitividad y eficiencia. No obstante, se confirmó que este imperativo está fuertemente condicionado por la insuficiencia de infraestructura tecnológica en las zonas rurales, lo que limita la aplicación real de estrategias innovadoras. La Inteligencia Artificial Generativa (IAG) fue vista como una tecnología con gran potencial, pero se enfatizó un matiz importante: la IAG debe complementar la autenticidad, no diluirla, ya que el turista valora las experiencias genuinas. Esto creó una tensión doctrinal entre la eficiencia tecnológica y la autenticidad que demanda el enoturismo, donde el "corazón" humano debe prevalecer. La colaboración se reafirmó como fundamental, aunque los talleres expusieron barreras significativas a este ideal doctrinal. Se identificó la competencia interna, la falta de implicación de los socios (ilustrada por la regla de Pareto del 20% de socios muy implicados), la diversidad de perfiles que dificultan un objetivo común, la "politización" de las rutas y la falta de recursos y financiación como retos principales. 
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Lo anterior sugiere que el ecosistema está fragmentado y requiere un cambio de mentalidad hacia la "coopetición" y un rol más activo de las Rutas del Vino y las administraciones. La autenticidad y veracidad histórica surgieron como un fundamento doctrinal innegociable, con advertencias sobre la "falsificación y banalización de la historia" que puede dañar la reputación del sector. Se propuso la inclusión de criterios de calidad y veracidad en los contenidos. Finalmente, se hizo un claro llamamiento a un papel más activo y estratégico de las administraciones públicas, instando a garantizar la infraestructura tecnológica, facilitar la capacitación, ampliar el acceso a fondos y recursos, e incluir a las Rutas del Vino en la Red DTI. En conclusión, la investigación participativa ha delineado un enoturismo español en un proceso de maduración y profunda transformación. Se encontró un consenso unánime sobre la relevancia crítica de la digitalización, si bien existen barreras estructurales (infraestructura rural) y de conocimiento que limitan su implementación plena.  La Inteligencia Artificial Generativa posee un gran potencial, pero su uso debe ser ético y complementar la autenticidad y el "corazón" humano de la experiencia, evitando la impersonalidad. 
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La colaboración entre actores es fundamental para el éxito, pero enfrenta desafíos internos profundos como la competencia y la falta de implicación, que deben superarse para aprovechar el potencial tecnológico. La sostenibilidad se erige como un eje integral y habilitador tecnológico, necesitando una medición integral de impactos. Finalmente, el rol de las administraciones públicas es crucial para fomentar la digitalización, la sostenibilidad y la colaboración, pero se observa una desconexión crítica entre la visión ideal y la realidad regulatoria (como el acceso a DTI). Estos hallazgos subrayan la necesidad perentoria de un apoyo público estratégico y coherente que reconozca la singularidad del enoturismo y se adapte a sus particularidades. La autenticidad y la veracidad histórica son fundamentales para la experiencia del turista y deben ser criterios de calidad prioritarios, requiriendo una sólida formación de los guías culturales. A continuación, te dejo un video tutorial, alojado en mi canal de Youtube.
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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2025). Enoturismo Conectado: Tesis en Debate. Sitio vinopost. Visitado el 05/07/2025.
[2] Velasco-Carretero, Manuel (2023). ¿Qué es la Investigación-Acción? Sitio visitado el 05/07/2025.
[3] Velasco-Carretero, Manuel (2025). Cuando la Pasión se Convierte en Futuro. Sitio visitado el 05/07/2025.