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Dejando a un lado esas excepciones, lo cierto es que en mi
ámbito territorial de actuación todavía no se percibe una evolución sustancial
en la forma de ser de muchos altos ejecutivos, gerentes, directivos... tránsito de personalidad que debiera ser propiciado ya por el cambio de época en el que estamos inmersos. En un futuro espero que esto no suceda y la cuota de
directivos filantrópicos supere con creces a la de los idiotas, pero hoy me
cuesta encontrar un perfil humilde, agradable, auténtico, sensible y diligente,
lo que se empieza a conocer en otros países como “líder siervo” y que lo renombro como “líder
magnánimo”.
Anhelo que los proyectos exitosos del
futuro sean coliderados por personas que, por ejemplo, guarden un plumero en
su despacho por si coyunturalmente tienen que quitar el polvo del mobiliario, hablen proactivamente
(no hipócritamente) con toda su empresa o institución, sea con un miembro del
consejo de administración o con un recepcionista, sean tolerantes, proactivos… y, además de todo eso, sus almas dispongan de un código de ética y moralidad muy distinto a los que circulan todavía. Entonces, sólo entonces, saldremos de la crisis con dignidad y expectativas de un futuro mejor (Fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: oadtz en pixabay.