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Tal vez, lo que el llamado Hijo del Hombre quería decir, trasladado a la economía actual, es que si nos encontramos empresas podridas, instituciones estériles, ejecutivos anacrónicos… hay que tener el arrojo de extirparlas, sanearlas o despedirlos, por muy elefantes o respetables que den la impresión de ser.
Sin embargo, en este cambio de época que nos toca vivir, deberá transcurrir un largo tiempo en el que todavía muchas personas, al igual que en las religiones, sigan agarrándose a caducas tradiciones, instituciones trasnochadas, creencias egoístas… como si fueran la tabla de salvación que todo lo aguanta.
Las Sagradas Escrituras de cualquier religión monoteísta nos enseñan que para salvarnos, desde la óptica empresarial, institucional o profesional, deberemos renovarnos continuamente, generando nuevas estructuras organizativas, modos de pensar y de sentir los negocios en ética y moralidad… y aquéllos que se resistan, deberán ser excluidos o se correrá el riesgo de que arrastren a los demás a la destrucción final.
Te dejo una foto del árbol y de sus frutos. Si quieres más instantáneas, clickea aquí.