Malos tiempos corren para las pequeñas asesorías fiscales y contables. Ayer estuve con varios profesionales que han tenido que diversificar para sobrevivir. Si no fuera por las administraciones judiciales, la preparación de concursos y trabajos de auditoría, habrían cerrado sus despachos para dedicarse ¿A qué? La tradicional clientela de la fiscalidad y la contabilidad, o ha cerrado o no puede permitirse las minutas mensuales que les pasaba su asesor.
Para colmo de males, la Hacienda Pública presuntamente sigue cebándose con la PYME y, con el avance de la informática y las telecomunicaciones, acrecienta el acoso con los cruces de información, generando un agobiante clima que se vuelve en contra del gestor contable o fiscal, cual cabeza de turco. Para solventar esta situación, reducen drásticamente el personal del despacho, amplían su plantilla de becarios y vuelven a la asunción de tareas y jornadas laborales de sus inicios en el sector, a la espera de tiempos mejores. Quien aguante (foto de imagenes-gratis.net).