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Siguiendo con los enfoques metafóricos, habría que recoger todos y cada uno de los añicos del vidrio y fundirlo de nuevo a unos 1.500 °C. Pero nunca quedará como antes, ya que las partículas que conforman el sólido amorfo carecen de una estructura, formas, caras, ordenadas y definidas. No obstante, a la hora de analizar una confianza y su pérdida, hay que pararse en la forma en que se labró dicha sinceridad, lealtad o esperanza.
En este sentido, en algunos casos, nuestra madurez nos empujará a encender el horno para reconstruir el vidrio roto, aunque el restaurado no sea el anterior, de forma que los conflictos, desajustes, problemas, se desactiven y surjan expectativas de solución. Termino con el pensamiento atribuido a Nietzsche: “Las personas que brindan su plena confianza creen por ello tener derecho a la nuestra. Es un error de razonamiento: los dones no dan derecho”, ¿Merece la pena? Depende. Bueno. Me voy a trabajar. Feliz Sanfermines. Imagen incorporada posteriormente; fuente: SeppH en pixabay.