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No pretendo dar lecciones de ecología, pero te comento que me cabreé sobremanera cuando observé que un consejero entregaba varias copias del informe a estudiar. Por descoordinación, había pensado que me correspondía preparar la documentación. Al final, papel, tinta de impresora y encuadernación desperdiciados. Hace semanas, también me entristecí al observar las imputaciones en papel, tinta y otro material de oficina, a las unidades de negocio que coordino. ¿De qué servía tanta concienciación, tanto uso de PDF, tanta impresión por dos caras, etc., si luego, presuntamente, se nos medía a todos por igual, con independencia del consumo que hubieras realizado? Habrá que revisar seriamente los criterios, modelos o estándares de imputación.
Si eres uno de los escasos y sufridores seguidores de este blog, conocerás que desde hace tiempo procuro promover el uso y movimiento de la información, a través de la digitalización que propicia la tecnología actual, no sólo con la utilización del correo electrónico o los formatos iguales o similares al PDF, sino también con el trabajo en línea, ya sea con un proveedor, cliente o colaborador, y la utilización de la firma digital y otros métodos de identificación interna. Objetivo: gastar menos en papel y tinta.
Según The Economist, On its way, at last[1], las mentes de las nuevas generaciones de profesionales y el avance tecnológico, favorecen la generación de ideas y conciencia a favor de la ecología. Eso está bien. Sin embargo, la contrapartida se encuentra en la exigencia de una mayor calidad de los escasos documentos que se vayan a imprimir, bien a través de la impresión en color o el uso de papel de alta calidad o brillo, que distinga el contraste. Compañeras y compañeros, "tomemos nota", a ser posible en nuestra agenda electrónica (grulla de papel; fuente: Wikimedia Commons). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: mickey970 en pixabay.
_________________________[1] The paperless office. On its way, at last. No longer a joke, the “paperless” office is getting closer. The Economist. 2008. Sitio visitado el 30/05/2009.