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Anoche leí en el prensa impresa Negocios dos noticias sobre el concepto "auditoría". Por un lado, durante el día del auditor y bajo el lema “tiempo de reformas”, Manuel Conthe, presidente de la CNMV, decía que “la auditoría es una pieza esencial de información”. Debería ser, Sr. Conthe, debería ser, pero no lo es. En la década de los ochenta ejercí de gerente de auditoría externa y puedo afirmar que los auditores, aplicando sus procedimientos de trabajo, deberían detectar fácilmente situaciones sensibles que todos conocemos[1], pero no ha sido así. ¿Por qué? En otro apartado de Negocios, el IESE Bussines Shool y la consultora KPMG presentan un informe de prácticas de gobierno corporativo donde, entre otras ideas, comentan que las empresas refuerzan la auditoría interna para no perder su mercado. Por lo visto, las mayores preocupaciones son la falta de flexibilidad y el cumplimiento del presupuesto. Casualidades de la vida. Ayer le comentaba a Alfonso[2], que cuando[3] fui director de auditoría interna de euromarket[4], continuamente tenía que definir a los miembros del consejo de administración, la figura del auditor interno.
También, les decía a los sorprendidos trabajadores que veían a mi equipo, por ejemplo, a las cinco de la mañana verificando la entrada del pescado en el bonito hipermercado Marbella[5]: "el auditor interno no es un segurata, puesto que la empresa ya tiene contratado la seguridad; tampoco es un chivato, puesto que ya existen los chivatos formales e informales en la estructura organizativa, no es un investigador o detective a la antigua usanza, es un técnico cualificado que se encarga de verificar que los procesos se realizan conforme a lo acordado, detectando desviaciones y proponiendo mejoras, todo envuelto en gran dosis de profesionalidad y ética de actuación". Terminaba apuntando que los que verdaderamente tienen que tener miedo al auditor interno son aquéllos que realizan adrede las tareas, funciones o actividades encomendadas de forma chapucera o ilegal, sean directivos, mandos intermedios, colaboradores de base o externos (incluyendo la verificación del trabajo de consultores y auditores externos) o el propio consejo de administración. Sí, suele ser un oficio ingrato e inadecuadamente remunerado (Formato de texto cambiado posteriormente).
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[1] Los negocios piramidales, la corrupción inmobiliaria, la manipulación de valores de activo, etc.
[2] Staff de la Asociación Nacional de Empresas de Peluquerías de Caballeros, Señoras y Belleza, entre otros cargos regionales y provinciales.
[3] En el periodo 1991-1993.
[4] Entonces 21 supermercados, tres hipermercados, central de compras y marca franquiciadora, más de quince mil millones de facturación de las antiguas pesetas, en un año.
[5] Hoy reconvertido en viviendas.