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Pero la riqueza del momento no se limitó a la presentación de datos. El taller se erigió como un coupage, ensamblaje o fusión donde las experiencias se compartieron y examinaron con espíritu crítico y constructivo. Se evocó el trabajo realizado con un comité de expertos del sector, en el marco de la investigación cualitativa, cuyas entrevistas individuales y personalizadas estaban revelando tendencias y necesidades comunes, ofreciendo una capa de profundidad al análisis cuantitativo. Y, con la premisa de dar voz a cada persona involucrada, animé a una participación abierta y sin reservas, donde cada percepción y sugerencia se acogió como una pieza valiosa del rompecabezas. La conversación discurrió por senderos a veces escarpados, como los retos que aún persisten en el enoturismo. La falta de una infraestructura adecuada, especialmente en esas zonas rurales donde el encanto del viñedo se topa con la dificultad de acceso; la brecha digital que aísla a pequeñas productoras y productores de las herramientas de promoción y gestión; el individualismo de algunas bodegas, perdiendo la fuerza de la colaboración; la desigual implicación de las administraciones públicas, creando asimetrías en el desarrollo; la sombra amenazante del cambio climático y la urgencia de la sostenibilidad ambiental; la delicada línea entre autenticidad y artificio en la oferta; los desafíos de un marketing y una comunicación que aún no alcanzan todo su potencial; y la necesidad de una formación especializada para quienes reciben a los visitantes. Sin embargo, en este reconocimiento de las dificultades, también florecieron las oportunidades.
Se vislumbró un futuro donde la digitalización allana caminos hacia nuevos públicos y optimiza la gestión; donde las experiencias turísticas se reinventan con propuestas singulares; en el que la colaboración interinstitucional debe tejer redes de apoyo; donde la capacitación profesional eleva los estándares de atención; donde la identidad de cada ruta del vino se fortalece como un imán irresistible; donde el acceso a financiación impulsa proyectos innovadores; donde las redes de colaboración generan sinergias virtuosas; donde la investigación y el desarrollo iluminan el camino hacia un futuro más próspero; y donde la presencia en eventos y ferias proyecta la riqueza del enoturismo del país, sin olvidar la sostenibilidad, que en determinado momento emergió como hilo conductor esencial, una responsabilidad compartida que abarca desde el cuidado de la tierra hasta la viabilidad económica, la preservación cultural y la educación de quienes eligen el enoturismo como una forma de explorar y conectar. Se enfatizó la necesidad de medir el impacto ambiental y de adoptar herramientas de inteligencia empresarial para una gestión más eficiente y respetuosa. En definitiva, este tercer taller participativo se instituyó como un espacio vital para la reflexión colectiva, un punto de encuentro donde los desafíos se analizaron con honestidad y las oportunidades se vislumbraron con esperanza. La voz plural de quienes construyen día a día el enoturismo ibérico resonó con fuerza, enriqueciendo la investigación y trazando un camino donde la colaboración, la innovación y la sostenibilidad se presentan como los contrafuertes cardinales para un futuro vibrante y resiliente.
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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2025). Participando en la Creación del Enoturismo del Mañana. Sitio visitado el 25/04/2025.
[2] Velasco-Carretero, Manuel (2025). Terroir Digital: Innovando el Enoturismo Juntos. Sitio visitado el 25/04/2025.
[3] Velasco-Carretero, Manuel (2025). Descorchando datos masivos enoturísticos. Sitio visitado el 25/04/2025.
[4] Velasco-Carretero, Manuel (2023) ¿Qué es la Investigación-Acción? Sitio visitado el 05/04/2025.
[5] Galicia, Madrid, La Rioja, Murcia, Andalucía, Cataluña, Castilla y León…
[6] En modo, digamos, CIS de Tezanos.