Fuente de la imagen: archivo propio |
Sí, lo reconozco, estos momentos de confesión contigo, son realmente de liberación. Yo también he leído “El Monje que vendió su Ferrari”[1], de Robin Sharma. Pero si eso fuera poco, también hojeé “Las 8 claves del liderazgo del monje que vendió su Ferrari”[2]. Ahí no queda la cosa; como el hombre es el único animal que tropieza tres veces con la misma piedra, poco después cayó “Sabiduría cotidiana del monje que vendió su Ferrari”[3]. En fin, eran aquellos tiempos (finales del siglo pasado, principios de este), en los que me dio por leer autoayuda “por un tubo”. No entiendo por qué no caí en la cuenta de que era complicado que el "prota" de la "exitosa" trilogía, un abogado con “veintipoco” años, hubiera tenido tantas experiencias traumáticas y, a la vez, gratificantes en lo económico para dejarlo todo y meterse a monje.
¡Tonterías las justas! Pero el problema no es de Sharma, que se lo montó muy bien escribiendo y vendiendo; el problema fue mío que le compré no un libro sino tres. Y es que casi una década después empecé a caer en las disconformidades a nivel general de los libros de autoayuda y las discordancias de Sharma en específico, desde que unos magníficos monjes que atesoran el secreto de la felicidad (eso sí, eterna), se la otorguen a un presunto embrión de tiburón del asfalto, jubilado apresuradamente por un infarto de miocardio que, en un plis plas, descubre al sabio de turno que atesora el "gran secreto de la Vida", de supuesto "camping" en una naturaleza francamente inhóspita, por no decir irrespirable. Pues ¡Vaya casualidad! ¿No te parece?
Pero si eso no fuera ya estrambótico de por sí (o como dirían los presentadores del programa de telerealidad ¡Esto es increíble! - That's Incredible!), todavía chirría más que una sabiduría ocultada durante miles de años, se transfiera a un presunto “tontolaba” que pasaba por allí. Y a todo eso y mucho más se une la impresión de que estoy frente a la televisión dominical cuando salen anuncios de galería del coleccionista y similares, en el sentido de que se presenta un “popurrí” de problemas y un rosario de insinuadas soluciones casi sin dar tiempo a respirar y a precios inigualables (tres libros). Este texto también se ha editado en el sitio book—post, bajo el título “El monje que vendió su Ferrari”. Fuente de la imagen: archivo propio.
_________________________________[1] Sharma, Robin S. “El monje que vendió su Ferrari”. Editorial Mondadori, 2003.
[2] Sharma, Robin S. “Las 8 claves del liderazgo del monje que vendió su Ferrari”. Editorial Mondadori, 2003.
[3] Sharma, Robin S. “Sabiduría cotidiana del monje que vendió su Ferrari”. Editorial Mondadori, 2004.