lunes, 18 de mayo de 2020

Cuidando el alma en tiempos de la COVID-19

Fuente de la imagen: archivo propio
En estos sensibles y difíciles tiempos que estamos viviendo consecuencia de la COVID-19, más que nunca debo cuidar mi alma, en el sentido de respetar mis emociones, ilusiones… incluso mis utopías, por muy discutibles que sean desde las ópticas económicas, sociales o medioambientales. Por lo anterior, en el fin de semana pasado he vuelto a hojear el texto del psicoterapeuta Thomas Moore, “El cuidado del alma”[1], que me regalaron en los inicios de la anterior crisis económica (2009) y que tan bien le vino a mi alma en aquellos complicados momentos. Y es que, como se escribe en la contraportada, el gran mal de nuestro tiempo es la “pérdida del alma”, que se manifiesta en forma de vacío, depresión, desilusión... respecto de cuestiones tales como el futuro laboral, la actividad profesional, las relaciones personales... 

Sin embargo, parafraseando a Moore, cuidar mi alma no consiste en abstraerme en una existencia ideal, libre de los problemas que nos acucian, sino en permanecer en el crudo presente, cerca de la actual vida tal y como se expresa ella, otorgando un espacio a la reflexión, la meditación y la acción en pro del beneficio del colectivo donde me encuentro integrado y, por derivación, de la ciudadanía. Dice Thomas que mi alma está conformada tanto de luz como de sombras, y solo cuando acepte esta realidad me acercaré a su verdadera naturaleza. El autor intenta ofrecerme en las páginas un programa para ubicar mi alma en el centro de la vida y ahondar en sus secretos a través de la mitología, las bellas artes o los sueños. Parte de este texto también se ha editado en el sitio book—post, bajo el texto “El cuidado del alma”. Fuente de la imagen: elaboración propia. 
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[1] Moore, Thomas. El cuidado del alma. Ediciones Urano. 2005.