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Creo que te he comentado en este sitio que cuando se cruzó por primera vez en mi vida la informática en general fue en el colegio (ver post ¿Respirar mejor?[1]). La programación en particular fue en la Escuela Universitaria de Estudios Empresariales[2]. Un mastodóntico ordenador sirvió para probar mi primer programa en lenguaje Basic: Preguntaba cómo te llamabas, te saludaba con tu nombre y poco más. En la segunda mitad de los ochenta, una empresa de Málaga (España), solicitó un perfil con conocimientos en programación Cobol, así que desempolvé el libro del informático Ciro de la Fuente, “Lenguaje Cobol”, lo hojeé y eché el currículum. Pasé varios filtros y sucumbí en la fase decisiva. Finalmente, seguía picándome el gusanillo y en la década de los noventa, tuve la osadía de matricularme en Informática en la UNED, con infructuoso resultado. Todavía andan por la estantería los libros sobre Programación.
Sin embargo, hasta la fecha (y como no tengo abuela), te confesaré que me he sentido a gusto con los equipos de informática y telecomunicaciones donde he trabajado. Llegan a mi cabeza retazos de experiencias en euromarket, principios de la década de los noventa[3] y ese aplicativo de transmisión de datos entre los proveedores y la empresa, denominado EDI, esas lencos, códigos EAN… o la experiencia con el equipo de informáticos y telecos del Grupo Vértice, ya en este siglo, donde en “Seres de otro mundo”[4] te confesaba mi estrategia para intentar integrarme y adaptarme: adquirir algunos conocimientos sobre la materia, procurar escucharles, testar y consensuar determinadas decisiones estratégicas, no interrumpirles con solicitudes de configuraciones, copias o florituras, no bombardearlos con especificaciones de última hora, tener paciencia con las temporalizaciones y, si tenían la razón, defenderlos a muerte. También mi descubrimiento: Un estómago de informático o teleco satisfecho, propicia un cerebro agradecido.
Con lo anterior quiero trasladarte que aunque no tengas idea de programación, en cierta forma se puede aspirar a ser un experto en informática, en el aspecto de coordinación de equipos o comercialización de sus productos o servicios, en el sentido que ellos hacen sus programaciones y yo me encargo de coordinarlos, si procede en algún caso, o de conocer, entender lo que hacen y difundirlo o comercializarlo. Qué duda cabe que cierto gusanillo o interés por la materia siempre va a ser un plus y si te gusta programar pues mejor que mejor. De hecho, conozco algunos directivos y empresarios que están aprendiendo a programar. Cierto que hoy es mucho más fácil que en el siglo pasado, pero, en todo caso, sigue siendo enrevesado y es de valorar esas iniciativas con el fin, no de saber programar[5], sino de algo mucho más importante para ellos: convivir con sus equipos tecnológicos, atraer a los mejores candidatos a puestos de informática y telecomunicaciones o saber coordinar adecuadamente un grupo de expertos en estas lides[6].
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[1] Velasco Carretero, Manuel. ¿Respirar mejor? 2008. Sitio visitado el 06/10/2016.
[2] En la primera mitad de la década de los ochenta del siglo pasado.
[3] Velasco Carretero, Manuel. Ni seguratas ni chivatos ni detectives. 2006. Sitio visitado el 06/10/2016.
[4] Velasco Carretero, Manuel. Seres de otro mundo. 2009. Sitio visitado el 06/10/2016.
[5] Actualizar la página web de la empresa como máximo.
[6] Fuente de la imagen: mvc elaboración propia.