Fuente de la imagen: mvc archivo propio |
Andamos inmersos en mi ámbito territorial de convivencia, de signos religiosos típicos de estas fechas y tradicionales de Andalucía. También, pululan individuos que confunden el siempre respetado agnosticismo o ateísmo, con una total falta de respeto a las costumbres y a los propios derechos fundamentales, entre los que se encuentra la libertad religiosa, por no hablar del propio respeto a la cultura, ya sean los Budas de Bāmiyān o un Portal de Belén.
Por eso ayer me quedé gratamente sorprendido cuando un declarado irreligioso, a la vista del modesto misterio instalado en la entrada del hogar, comentara con mucho conocimiento, tacto y consideración todo lo culturalmente relativo al belenismo o construcción de belenes.
Y es que, como recuerdan mis ideas claves de Religión, en torno a la cultura hay implicados una serie de derechos en los que el factor religioso cobra un carácter determinante, ya sea el derecho a la educación, derecho de acceso a la cultura o de utilizarse para el culto ciertos bienes de patrimonio histórico con origen religioso.
Por otro lado, estimo que las religiones no deben ser incompatibles ni con la razón ni con el progreso de la ciencia ni con la cultura de una sociedad. A su vez, las creencias religiosas de cualquier tipo, que respeten los derechos fundamentales de las personas, se transmiten dentro de una concepción cultural de carácter más global.
Por eso, los abusos de lo religioso, cimentados esencialmente en actitudes fundamentalistas, constituyen un grave peligro para una adecuada convivencia social y las raíces culturales de cualquier pueblo, trayendo consigo un mal entendimiento de la aconfesionalidad, al fomentar posturas intolerantes ante lo religioso (fuente de la imagen: elaboración propia).