jueves, 3 de julio de 2014

¡Qué viene el lobo!

Fuente de la imagen: Comfreak en pixabay
Ayer, le comentaba a Julio que de vez en cuando se me viene a la mollera el cuento de “Pedro y el Lobo”, que me contaron cuando era pequeño y que también le narré al peque para explicarle las consecuencias de las ficciones, quimeras o falsedades, lo peligroso de jugar con la paciencia de las personas y la consecuente soledad o incomprensión ante los auténticos contextos de oportunidad o riesgo que propongamos o detectemos, al no creernos ya nadie. Al travieso pastorcillo no se le ocurrió otra cosa que divertirse a costa de sus vecinos, anunciando a diestro y siniestro ¡Qué viene el lobo! El pueblo entero salió en su defensa, irritándose después al no encontrar al salvaje animal y darse cuenta de la guasa del niño. Pero no tuvo suficiente Pedro con la broma, que volvió a repetirla ¡Qué viene el lobo! El personal, pensando que esta vez sí que era verdad, volvió a salir armado en busca del feroz animal. Nuevamente descubrieron la burla, enfadándose todavía más con las acciones del pastorcillo. Al día siguiente sí llegó el canis lupus y por mucho que Pedro gritara ¡Ayuda! ¡Qué viene el lobo! 

Los lugareños pasaron de él mientras el carnívoro se arrojaba sobre las ovejas. Sí, me acuerdo del relato cuando escucho a los políticos de turno prometer mejora de la situación, bajada de impuestos… Pero también en el aspecto profesional, laboral o empresarial suceden situaciones similares. Personas que te venden la moto una y otra vez con el proyecto X, el Y… y no llegas al Z porque has puesto tierra de por medio. Y encima, hasta se enfadan contigo o no entienden tu “desaire” o “desbandada”. Probablemente, alguno de estos seres hasta se cree los "mundos de Yupi" en los que vive, pero otros tienen más cara que espalda. En todo caso, siempre te toca ser el damnificado. Así que cuídate de estos “pedritos” que pululan por doquier. No obstante, hay otra historia de “Pedro y el lobo” que sí me gusta, composición sinfónica de Sergéi Prokófiev escrita en 1936 en menos de quince días, pensada para niños, con música y texto adaptados por él, con un narrador acompañado por la orquesta y que versionó Walt Disney en su clásica animación[1]. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Comfreak en pixabay.
_________________________
[1] Si quieres verla clickea AQUÍ.La última versión innovadora y humana del cuento musical de Sergéi que descubrí es la que te incrusto a pie de post, subida a Youtube por Animated Short Film, donde un jovenzuelo soñador y solitario Pedro tendrá que salir en defensa de sus amigos animales enfrentándose a sus propios miedos, con una moraleja final apta para adultos.