Imagen incorporada con posterioridad; fuente: elaboración propia |
En algunos países
latinoamericanos se utiliza esa frase igualmente como reprobación a los que se alaban mucho a sí mismos, tipo “narcisos”. El caso es que la bandera de la humildad y la modestia
(sincera) a medio plazo del coordinador, directivo, gerente, ejecutivo.. es un impresionante revulsivo,
combustible o fuerza cohesionadora del equipo de trabajo, imbuyendo nobleza, rectitud, eficiencia y rendimiento a raudales. Hace unos meses, John Dame y Jeffrey Gedmin apuntaban en
Harvard Business Review, “Six Principles for Developing Humility as a Leader”[1],
que la humildad, inadecuadamente catalogada como debilidad, es una cualidad dejada
de lado en los programas de las escuelas de negocio.
Metería en ese saco del olvido a las consultoras en recursos humanos y los profesionales de la selección y la gestión del talento en general, que arrinconan esta virtud como si de la lepra se tratara, en beneficio de otros "atributos" de la personalidad cada vez más cuestionados, tipo arrogancia, soberbia o altanería. En opinión de los autores,
para que las empresas cultiven la humildad en sus directivos, éstas y éstos deben reconocer el
desconocimiento, soslayar dejarse llevar por las valoraciones positivas de
uno mismo, no desatender nunca a la competencia, suscitar el espíritu de
servicio, aguzar el oído incluso a los pensamientos más chocantes, singulares o
extraños y ser ardientes y curiosos (Fuente de la imagen: sxc.hu).
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[1] Dame, John; Gedmin, Jeffrey. Six Principles for Developing Humility as a Leader. Harvard Business Review. 2013. Sitio visitado el 02/05/2014.