domingo, 11 de mayo de 2014

Menuda frivolinal

Conchita Wurst; fuente foto: Albin Olsson. Licencia CC BY-SA 3.0.
Después de los retazos del festival de la canción de Eurovisión[1], me arrepentí de, una vez más, trasnochar y no haber elegido un buen libro antes de la visita a Morfeo. Menuda bacanal, política por un lado, con la campaña a las elecciones al parlamento europeo, y musical por otro. Me fui a dormir con las palabras bacanal y frivolidad zumbándome en la mente. Ya que el término “bacanal” surgió antaño en honor del Dios Baco, decidí que en vez de bacanal, mejor “frivolinal”, en honor de la diosa “Frivolidad”[2] de la política y de la otrora social y hoy enviciada y egoísta élite europea.

Sí. Mientras los políticos “europeos” siguen en sus “Mundos de Yupi”, ya tenemos nuevo ganador del Festival de Eurovisión. Derroche económico en una decadente Europa que da la espalda a sus graves problemas y, por unos instantes, se ampara en una ficticia transgresión a base de tecnología, luz y sonido. Paradójicamente, el momento cumbre de la “frivolinal” fue la canción que ganó en la última edición (Imagen: fragmento de la pintura “Bacanal”, de Rubens; fuente: Wikimedia Commons). Imagen incorporada con posterioridad; Conchita Wurst; fuente foto: Albin Olsson. Licencia CC BY-SA 3.0.
__________________
[1] Porque, la verdad, el programa “La Sexta Noche” y su circo de sablistas candidatos, tampoco me enganchó.
[2] Junto a la numerosa corte palmera que la acompaña: futilidad, trivialidad, superficialidad, inutilidad, fruslería, puerilidad, vanidad y ligereza.