Fuente de la imagen: elaboración propia |
Domingo playero con unas amistades. Apuntaba Germán los
tremendos porcentajes de desconfianza en los líderes políticos españoles, con
la guinda de la corrupción. Mejor decir con el descubrimiento institucional de
la corrupción, porque según Antonia, esta lacra ha existido desde siempre ya
que va en el gen de la clase dirigente. Yo no estoy totalmente de acuerdo con
esa afirmación.
Conozco políticos de los que se rumorea de tal o cual
aportación al partido de turno, pero también me consta de personas decentes que
se toman la Política de otra manera. El caso es que la pérdida de confianza es
muy grave. El candidato o titular de la plaza del acta, da igual que sea conservador o
progresista, se descubre tolerante con la corrupción, acostumbrándose
fácilmente a ese “establissement” y sintonizando sus intereses particulares con
los fines del entramado de podredumbre.
Como el conejito de Duracell, el
político de cualquier color político, con su hacer o no hacer, sigue pidiendo un
poco de paciencia y de confianza en su sistema político, mientras advierte que
cualquier solución o camino político distinto será infinitamente peor. Me pregunto si ese
individuo es competente, predecible, íntegro y comunica de manera honesta y
frecuente, porque caso que sea un “animal político” en sentido peyorativo, entonces otros modelos políticos y sociales deberían ser considerados.