lunes, 5 de agosto de 2013

Confianza perdida

Fuente de la imagen: elaboración propia
Domingo playero con unas amistades. Apuntaba Germán los tremendos porcentajes de desconfianza en los líderes políticos españoles, con la guinda de la corrupción. Mejor decir con el descubrimiento institucional de la corrupción, porque según Antonia, esta lacra ha existido desde siempre ya que va en el gen de la clase dirigente. Yo no estoy totalmente de acuerdo con esa afirmación. 

Conozco políticos de los que se rumorea de tal o cual aportación al partido de turno, pero también me consta de personas decentes que se toman la Política de otra manera. El caso es que la pérdida de confianza es muy grave.  El candidato o titular de la plaza del acta, da igual que sea conservador o progresista, se descubre tolerante con la corrupción, acostumbrándose fácilmente a ese “establissement” y sintonizando sus intereses particulares con los fines del entramado de podredumbre. 

Como el conejito de Duracell, el político de cualquier color político, con su hacer o no hacer, sigue pidiendo un poco de paciencia y de confianza en su sistema político, mientras advierte que cualquier solución o camino político distinto será infinitamente peor.  Me pregunto si ese individuo es competente, predecible, íntegro y comunica de manera honesta y frecuente, porque caso que sea un “animal político” en sentido peyorativo, entonces otros modelos políticos y sociales deberían ser considerados.