Fuente de la imagen: rvs/2013 |
Tarde llego a la cita. El motivo: la “fiestuqui” de fin de
curso del cole, que me tuvo hasta las tantas conviviendo con un manojo de
buena gente y disfrutando de los trabajos del colectivo, expuestos en el gimnasio, de las representaciones de
kárate, ajedrez, patinaje y un largo etcétera de actividades. En fin. Un año
más en el camino. Por la mañana, mientras escuchábamos las noticias en el
desayuno, a requerimiento del querubín, le expliqué lo que eran las becas y que
había tenido la oportunidad de estudiar en la universidad gracias al disfrute
de esas ayudas (en la EGB, BUP y COU la familia no vio una peseta porque creo no existían esos subsidios) y a los complementos conseguidos
los veranos y las navidades en San Sebastián, que me permitían afrontar los gastos ocasionados
consecuencia del desplazamiento estructural de Ronda a Málaga (España).
También, intenté exponer lo que se pretende actualmente,
estableciendo una nota mínima para tener derecho a la ayuda y que en mis
tiempos[1], la "consigna" que circulaba como un mantra entre los que teníamos asignada beca era "aprobar todo" para mantener el derecho al año
siguiente. Entre el trabajo y los escasos recursos que disponíamos, la media de
nota no se registraba muy alta, pero era lo que había y “agradecidos al sistema”[2]. Cuando le estaba contando que la familia de una compañera
tuvo que vender el coche del extinto padre para que pudiera finalizar la
carrera, percibí lágrimas en sus ojos, así que opté por finalizar la
conversación. Eran otros tiempos, lo sé, pero me preocupa que la juventud de
hoy no tenga, al menos, las mismas oportunidades que yo tuve. Me estoy poniendo
triste, así que voy finalizar el post por hoy. Te dejo un dibujo realizado por un angelote de nueve años para su tutora, copia de la imagen de la Princesa del Desierto, de Tea Stilton[3].
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[1] Principios de la década de los ochenta del siglo pasado.
[2] Ya sabes: es de bien nacido...
[3] colección Princesas del Reino de la Fantasía.