sábado, 11 de mayo de 2013

Blanca escapulario

Fuente de la imagen: Willgard en pixabay
Agradable jornada la que pasé el jueves junto a Jesús, empeñado el hombre en un proyecto de promoción que espero tenga buenos resultados. Aparte de la compañía y conocer a una pizca de esos emprendedores y emprendedoras imbricados en el tejido económico y social de mi ámbito territorial de actuación, cuando me acerco al sector primario, fluyen a mi mente recuerdos de la infancia. Y una de esas remembranzas fue la de la yegua que montaba a pelo en la niñez, blanca escapulario, cabalgando a trote y a galope por la ribera del Guadalevín, afluente del Guadiaro, ser que me acompañó en esos duros años, atenuando mis miedos y reconfortándome con sus resoplidos. 

Les contaba a los promotores de “Equitación Río Grande”, como lloraba cuando una mañana ya no estaba en la cuadra. Tiempo más tarde mi madre me confesó que padre la había vendido para rejoneo en la plaza de toros de Ronda. Volví a sumergirme en un hondo lamento. Dejando atrás la equitación y actuando de cicerone Rafa, visitamos a Enrique, en su bodega “Sánchez Rosado”, donde además de las preciosas vistas de parte del Valle del Guadalhorce, tuvimos la oportunidad de deleitarnos con la imagen de las tierras sembradas de viñas y los espacios de asueto de la bodega (Fuente de la imagen: página web de Equitación Río Grande). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Willgard en pixabay.