Fuente de la imagen: mvc archivo propio |
Ciertamente, cojo el ascensor para bajar los tropecientos
pisos donde se encuentra el ático en el centro de la city (londinense,
neoyorquina, madrileña… incluso malagueña), luego me monto en el carro
(coche, automóvil, moto) para ir al gimnasio, donde me tiro media hora
simulando subir escaleras. ¡Pero por qué no me he bajado las escaleras de mi del edificio y, al menos, me he ido trotando al gimnasio para hacer sólo aquellos ejercicios
que no los pueda hacer ejecutar de forma cotidiana! Claro, será porque el decrecimiento rechaza el objetivo de
crecimiento económico en sí del liberalismo y el productivismo y yo soy un
progre y lo de subir y bajar escaleras es de otra casta social ¡Tontolaba es lo
que soy! Según Serge Latouche, el decrecimiento insiste en abandonar el objetivo
del crecimiento por el crecimiento.
Hay quien dice que en vez de decrecimiento,
habría que hablar de "acrecimiento", como "ateísmo". En cuanto a la imagen del activista decrecedor o la decrecedora, algunas organizaciones por el decrecimiento
han adoptado como logo el caracol, en referencia a las palabras de Iván Illich
sobre la "Lógica del Caracol"[2] (fuente de la imagen: sxc.hu). En síntesis, mientras sigo cuidando las lechugas, los
tomates y las habichuelas del huerto que he puesto en la aspiración a jardín,
deberé reflexionar sobre la bioeconomía y el postdesarrollo, a lo “objetor de crecimiento”, que indudablemente
está implicando un enfoque radical del uso de los recursos disponibles en este
cambio de época que me toca transitar. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: mvc archivo propio.
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[1] Gisbert Aguilar, Josefa. «Decrecimiento: camino a la sostenibilidad». Revista El Ecologista nº. 55. 2008.
[2] Sitio visitado el 04/06/2013.