Fuente de la imagen: qimono en pixabay |
Y, claro, como el servicio que daban funcionaba y los clientes seguían firmándoles suculentos contratos, pues ¡Para qué preocuparse por el mañana! Y el mañana comenzó a llegar y empezaron a ver las orejas al lobo. Los días de vino y rosas terminaron bruscamente. En algún momento introductorio, les recordé la paradoja del "mal holandés", donde un incremento brutal de los ingresos puede repercutir negativamente en el medio y largo plazo si los cuadros ejecutivos se dedican a “vivir” de la renta y a “qué guapos somos y qué tipos tenemos”. La hoja de ruta que diseñamos en ese gabinete de cambio, contenía una profunda remodelación del organigrama directivo y reformas económicas, financieras, comerciales y operativas, para intentar adaptarse a estos tiempos.
Evidentemente, el primero en picar billete fue aquella parte del equipo directivo que vivía en los “mundos de Yupi”, con sus másters, sus títulos rimbombantes, sus soluciones tecnológicas y su red de altos contactos. Todo castillo de naipes. Al final de mi trabajo, el number one me confesó que le hubiera gustado averiguar cuánto se había dejado de ganar en esos años, consecuencia de la descubierta ineficacia de su organización, de la que, lógicamente, él era el máximo responsable. Si puedes, recarga pilas en este fin semana. Te dejo la ubicación de la Holanda original en el mapa de los Países Bajos (fuente de la imagen: Wikimedia Commons). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: qimono en pixabay.