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Después de esperar un buen rato a que la autoridad realizara las preceptivas indagaciones, a lo “quiénes éramos, de dónde venimos y a dónde vamos”, finalmente se nos autorizó a subir a la planta. Y ya dentro, nos dice un funcionario - Pero si la reunión era la semana pasada – -¿Pero no estabais de feria? El correo electrónico decía…– Objeté. Omito la contestación que recibí. Consultó con su jefe y después de otro rato esperando, por fin entramos en el despacho. -Acreditación, por favor – Me solicitan. Con voz quebrada y afligida expresé -¿Acreditación? Pues tiene usted razón, pero me la he dejado en Málaga. Lo siento. No he caído que lo que vamos a tratar se encuentra dentro de la preceptiva protección de datos y el secreto profesional. No obstante, mi nombramiento está publicado en un medio oficial. Si fuera tan amable de … -
Felizmente, gracias a la receptividad, proactividad y empatía del responsable de dirección, todo se pudo resolver satisfactoriamente. Como colofón, después de pagar el parking, tuvimos que volver a liquidar un suplemento porque: 1º no encontrábamos el coche y 2º no atinábamos la salida. Lo acontecido me ha hecho recordar el rosario de momentos entrañables que he disfrutado en mi vida profesional. Como aquella noche de mayo de 1995, en Tenerife, con motivo de un Congreso de Formación, entrando en el hotel con el contacto Juan, a través del último piso (el edificio iba de arriba para abajo, debido a su construcción en una especie de acantilado).
O recorrerme en 1997 todas las provincias andaluzas con Antonia, combatiendo el intrusismo y la competencia desleal de determinado sector. O aquel día de junio de 1998, cuando después de una reunión en Madrid, se nos ocurre al contacto Tomás y a mí cruzar andando por las pistas del aeropuerto porque nadie venía a recogernos al avión. O la "pechá" de vueltas que en el 2000 di con Jesús para salir de Málaga, rumbo a Córdoba. O aquel tren que en junio de 2008 logré coger junto a José Manuel, después de darnos una panzá de correr y con casi todo en contra. O la convivencia en septiembre de 2010 con Bárbara Allende en Descalzos Viejos
Voy a parar. No es el momento y lugar para contarte todos los episodios. Tal vez dentro de unas décadas. Sí le dije al acompañante de esta semana que se pensara escribir un libro con su experiencia empresarial, porque seguro en un futuro sería objeto de estudio en aquellas escuelas de negocio que adapten sus programas y supuestos prácticos a las nuevas realidades del cambio de época que vivimos. Te dejo una foto, con Bárbara y Teo, septiembre de 2010, en la Bodega Descalzos Viejos. Si quieres más de ese día, clickea AQUÍ.