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Antes de nada, comentarte que no soy muy dado a los postres. A riesgo que me lean y critiquen con razón los amigos y amigas de la D.O. tampoco frecuento a los vinos excesivamente dulces. Y en cuanto a mezclas, las justas y meditadas.
Sin embargo, el domingo pasado, después de comentarme José que en Castilla han elaborado un helado de vino blanco dulce, cogí el Málaga Trasañejo Carpediem, que me regaló Paco en el frío invierno de 2004, y rocié el trozo de helado de chocolate, vainilla y nata del contacto, con un generoso chorro de esa delicia de Dioses.
Al percibir la satisfacción del comensal, no me resistí y corté una porción, regándola con la imponderable esencia de uva. Y exquisito fue el brote de sensaciones en el paladar, resto de sentidos y en el propio espíritu, al probar la mezcolanza, que no maridaje.
Pido disculpas a aquellos expertos que piensen que ha sido un sacrilegio lo que hice, pero créeme que al ver la cara del amigo, mereció la pena. Te dejo una foto del distinguido recipiente que contiene el vino. Solo queda un remanente de ese delicado beneficio que nos brinda la vitivinicultura de Mollina y que custodiaré por si quedamos un día y te lo puedo ofrecer. Si puedes, disfruta de un reparador fin de semana.