Invitado por unos contactos, ayer estuve almorzando en el Mesón de la Piedra. Como no había pepino, pedí unos cogollos, que estaban de rechupete. Después, como no podía ser de otra forma, unos trozos de buey a la piedra. Después de la corta, pero creativa, sobremesa, localicé el coche, que estaba debajo de una generosa sombra. Me senté, cerré los ojos, con el ánimo de disfrutar de ese frescor que me brindaba la naturaleza y descansar unos segundos antes de seguir. Cuando los volví a abrir, habían pasado 20 minutos exactos. ¡Menuda siesta! Sin proponérmelo. Diría que la tarde transcurrió más lúcida que la segunda mitad de la mañana. Me sentí grácil, fresco, animado. Con esa agradable sensación me he levantado esta mañana y el propósito de invertir unos minutos al mediodía para regenerarme un poco y cargar pilas de cara al resto de la jornada.
También, en aquellos espacios profesionales en los que colaboro y existen reducidos intermedios entre la jornada de mañana y la de tarde, voy a proponer estudiar dedicar unos minutos a ese sueño reparador. No obstante, presiento que no va a ser fácil. Dependerá de muchos factores, desde el tipo de actividad que se realice, del tiempo que se pueda dedicar, de los medios... hasta el almuerzo o los excitantes que me beba previamente. En fin. Habrá que intentarlo. Te dejo el vídeo subido a Youtube por zayosaucerful, con la instrumental “Siesta del Sol”. Que disfrutes de un reparador fin de semana. Imagen incorporada posteriormente; fuente: pixabay.