Me chocó la devoción con la que el proveedor nos trataba. Sentí que él nos percibía como individuos, no como números de un volumen de operaciones. Parecía como si sus decisiones o evoluciones de la negociación no se tomaban desde su cerebro como persona y de su cerebro como empresa, sino desde su corazón, emocionalmente. Con su percepción de nuestra realidad, su afinidad y elegancia, poco a poco se fue ganando nuestra confianza. Llevamos dos meses trabajando y además de cumplir con lo pactado, él mismo ha mejorado determinados aspectos del acuerdo, adaptándose a nuestras necesidades.
Es como si cuidara de nosotros, de nuestro proyecto, a pesar de que soy consciente que en algunos temas le estamos costando dinero. De pronto, se me cruzan las sombras languidecidas de otros proveedores, que parece que nos están haciendo un favor y que tenemos que besar la tierra que pisan. Me desperté del sueño feliz de haberlo tenido y con los siguientes propósitos: aprender y practicar el enfoque comercial de mi proveedor, invitarlo a un café y sustituir los espectros enflaquecidos de mi sueño por gente competente, con similar perspectiva mercantil. Que disfrutes de una proactiva semana laboral (sombras de imagenes-gratis.net).