lunes, 20 de diciembre de 2010

Sombras languidecidas

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Fin de semana de frio y lluvia. Resfriado, no me he movido del sofá, cerca de la chimenea. Entre tazas de infusiones, cabezadas y desvaríos, he soñado con el proveedor de material de uno de los proyectos en los que colaboro. No pienses mal. Nada de fantasía erótica, todo lo contrario. La alucinación se enmarcaba en la negociación que meses atrás había tenido el equipo y que llegó a buen fin. Las prácticas de mercadotécnica tradicionales, es decir, de antes de la crisis, fueron sustituidas por técnicas que más bien parecían de los mercaderes de antaño. 
Me chocó la devoción con la que el proveedor nos trataba. Sentí que él nos percibía como individuos, no como números de un volumen de operaciones. Parecía como si sus decisiones o evoluciones de la negociación no se tomaban desde su cerebro como persona y de su cerebro como empresa, sino desde su corazón, emocionalmente. 

Con su percepción de nuestra realidad, su afinidad y elegancia, poco a poco se fue ganando nuestra confianza. Llevamos dos meses trabajando y además de cumplir con lo pactado, él mismo ha mejorado determinados aspectos del acuerdo, adaptándose a nuestras necesidades. Es como si cuidara de nosotros, de nuestro proyecto, a pesar de que soy consciente que en algunos temas le estamos costando dinero. De pronto, se me cruzan las sombras languidecidas de otros proveedores, que parece que nos están haciendo un favor y que tenemos que besar la tierra que pisan. Me desperté del sueño feliz de haberlo tenido y con los siguientes propósitos: aprender y practicar el enfoque comercial de mi proveedor, invitarlo a un café y sustituir los espectros enflaquecidos de mi sueño por gente competente, con similar perspectiva mercantil. Que disfrutes de una proactiva semana laboral. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.