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Fuente de la imagen: baluda en pixabay
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Buenos días. Acatarrado estoy. Ayer recibí un correo de un contacto, comunicándome su situación profesional actual. Hasta hace poco había sido responsable de comunicación de un grupo empresarial de reconocido prestigio en mi ámbito territorial de actuación. Parece que el protocolo familiar lo había apartado de su puesto y dejado en la cuneta. Cuenta la inutilidad de las intensas jornadas de trabajo durante cerca de tres años, cercanas a las cincuenta horas semanales, durmiendo menos de siete horas al día y comiendo muchas veces en el lugar de trabajo. Se pregunta de qué han servido los avances tecnológicos, que aumentan la productividad hasta límites insospechados pero no disminuyen las horas de dedicación, todo lo contrario.
Se reconoce bien pagado, en comparación con otros contactos de la competencia, pero ¿de qué ha servido su fidelidad y sacrificio? ¡Bah! Por muchos reflejos, habilidades, comunicación, trabajo en equipo… que se transmita a través de la piel, al final, todo se supedita a la estructura organizativa que mira a la cúspide, donde el “number one”, depredador nato, hace y deshace a su antojo. Depredado por el depredador. Suerte. Espero que la elitista red de contactos que dispone, le ayude a localizar un nuevo sitio donde pueda desarrollar su profesión (dibujo de imágenes-gratis.net). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: baluda en pixabay.