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Fuente de la imagen: Sachsanjoy en pixabay
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Dentro de unos días deberé aceptar, durante un tiempo, la dirección de un
nuevo proyecto, en el que varios entes tienen depositadas sus esperanzas para lograr un futuro distinto y mejor, en su ámbito sectorial y territorial de actuación, tanto desde la óptica social e institucional, como la de cubrir otros aspectos promocionales - comerciales, económicos y financieros, no menos importantes. Estas nuevas competencias que asumiré, las deberé compatibilizar con el resto de los frentes colaborativos-profesionales-empresariales que disfruto actualmente.
Sin embargo, para mí comenzar un nuevo proyecto es como si, metafóricamente, me metiera en un océano helado, en plena navidad. Al momento estás en un mar de e-mails, reuniones, entrevistas, programación, coordinación, vuelta a programación, análisis de datos, logística, acciones comerciales… Todo muy rápido, lo que incrementa el riesgo a los desajustes. Te falta tiempo. Tienes que reorientar la agenda, pero sin perder tu brújula y tu Norte.
En esos momentos, más que nunca es importante el equilibrio emocional, entre lo profesional-empresarial y lo personal. Es necesario, también, saber, clarificar o actualizar tus limitaciones, empujándolas para agrandar tu espacio vital-profesional, rodearte de equipos comprometidos, proactivos y tener claro los objetivos y el fin a conseguir (foto de imagenes-gratis.net). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Sachsanjoy en pixabay.