martes, 2 de diciembre de 2008

No sufras

Por motivos profesionales, ayer estuve en Campillos (Málaga, España), zona predominántemente agrícola, si bien desde los años cuarenta del siglo pasado, existe una industria peletera. También, es importante su numerosa cabaña de porcino. Sin embargo, este pueblo me trae recuerdos sensibles de mi niñez, cuando mi padre me amenazaba con internarme en el colegio San José, tristemente célebre durante la última década de la dictadura y el primer lustro de la democracia española, por la dureza de sus técnicas educativas. Para alejar esos sensibles pensamientos, me tomé unos tacos de jamón, un poco de salmorejo, a base de bacalao, y un señor cocido (escudo de Campillos; fuente: Wikimedia Commons).

Cambiando de tema. En relación a contenido del texto Puestitis, me comenta Casgo que le repatea que personas que son rematadamente malas en dirección y gestión, por el hecho de haber podido pagar un master en tal o cual escuela de negocios de prestigio, tener una dudosa experiencia a base de llamadas de sus padrinos a tal o cual entidad, aparecen en puestos de renombres en empresas presuntamente líderes en sus ámbitos sectoriales de actuación. Le respondo a su email que no sufra, que cosas peores he visto: personas sin esos títulos y con débiles historiales profesionales, aparecen dando su opinión sobre temas empresariales diversos (en la misma revista a la que haces referencia, Casgo), como si fueran primeros espadas de la excelencia empresarial. En ese caso, el problema no es de ellas, sino de quienes publican sus opiniones y de quienes las comentamos (ilustración de A. Arribas; Fuente: MEC).

Risas aparte, leíamos a Terry Leat en Mit Sloan, When Bad People Rise to the Top. Apunta que, como Casgo, también nos asombramos cuando esos directivos estrellas, de golpe y porrazo se convierten en unos corruptos y tiranos, al llegar a ser CEOs. Dice Terry, que estos ejecutivos suelen tener serios problemas de personalidad que, por una u otra razón, fueron tapados o ignorados. Para detectar a estos señores o señoras, existen unas pautas de conductas fácilmente observables: desvelo por adquirir prestigio, poder y riqueza; preferencia a desplegar estrategias admirables, sin pensar mucho en su ejecución y culminación; y la propensión al estilo directivo orientado a datos, que tapa o ignora una visión más objetiva del resultado de sus actuaciones profesionales (imagen de "El tirano", fragmento de la Alegoría del mal gobierno por Ambrogio Lorenzetti, Palazzo Pubblico de Siena, 1338-1340; fuente: Wikimedia Commons).