Después de su encuentro con el, por poco tiempo, presidente de EEUU, George Bush, no le vale al presidente de Francia que España sea la octava potencia mundial, además del tercer inversor en el extranjero y que, aparentemente, cuente con un sistema financiero sólido y solvente (dos de sus bancos se encuentran entre los 16 primeros del mundo), por no hablar de su reconocimiento en Latinoamérica. Tampoco le influye la defensa del verdadero líder en estos días, Gordon Brown. No, Sarkozy no quiere invitar a España a la próxima cumbre internacional sobre la crisis ¿Será porque a Merkel no le gusta que el mandatario galo la manosee? Si eres demócrata, da igual del color donde milites, puede que te afecte esa opinión.
No sufras. Desde Suárez, pocas veces nos han invitado a saraos, presuntamente importantes. De acuerdo, España no es una primera potencia mundial, pero las que se posicionan en primera fila, los llamados grupo de países industrializados del mundo, G-8, cuyo peso político, económico y militar parece relevante a escala global, Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia, tampoco parecen muy finas y sus representantes, hasta el momento, no han dado muestras de cordura económica, financiera y, por derivación, política, exceptuando el primer ministro del Reino Unido, en la gestión de esta monumental recesión económica ¿Y algunos de esos personajes son los que van a participar en la configuración de un nuevo orden financiero mundial? Que nos pille confesados (Foto de los llamados líderes del G8, durante la 34ª cumbre, celebrada en Hokkaidō, Japón, 7 de julio de 2008; fuente: Wikimedia Commons).